Cuando
la competencia terminó, sólo uno siguió con la “Carrera Espacial”. Carrera de uno es cierto, pero fue fascinante contemplar el universo
en espectaculares fotos y videos en tiempo real como jamás lo hubiéramos
imaginado. Así como también, fue
terrible presenciar los accidentes que se produjeron y que acabaron con la vida de muchos
científicos geniales y profesionales respetados y reconocidos. Hasta los mejores pueden equivocarse
terriblemente.
Ahora,
los vuelos de los transbordadores han sido suspendidos. Hasta ese momento, pensaba que debido a la
precariedad de nuestro mundo, el objetivo era buscar otro para empezar con el
Génesis. La cosa no resultó tan sencilla
y empezaron las dificultades, una de ellas y la más importante fue: la
gravedad. Para no entrar en demasiados
detalles y hacer el cuento corto, el problema de la gravedad radicaba en que
ningún ser humano puede soportar gravedad cero durante periodos prolongados de
tiempo. Por ejemplo, si un hombre lograra
sobrevivir al viaje de 2 años desde la Tierra con destino a Marte (supuesto
objetivo), llegaría prácticamente sin
huesos y con pocas probabilidades de supervivencia. Esto hizo imposible la ilusión de viajar a
través del espacio para buscar un “nuevo hogar”. De manera que todo se detuvo y la humanidad
se dedicó a espiar al universo.
Tan
en serio se han tomado la tarea, que hace unos días la NASA lanzó al espacio
el nuevo telescopio orbital NuSTAR, valorado en 165 millones de dólares, para
observar con resolución sin precedentes los rayos X de más alta energía del
Universo.
Durante
dos años buscará gigantescos agujeros negros, sobretodo uno cercano a la Tierra
cuya masa equivaldría a 4 millones de soles y otros fenómenos para entender
mejor la forma en que las partículas se aceleran en las galaxias activas. Entiendo que los
agujeros negros representan para la astrofísica lo que el Santo Grial
representaba para la cristiandad. Se busca con ahínco la certeza física de su
existencia.
Siempre he utilizado el
término de “agujero negro” para referirme al desorden que impera dentro de mi
bolso, puesto que todo entra y nada sale.
Vale la pena el símil, porque he leído que un agujero negro es lo más
aterrador del universo, puede tragarse galaxias enteras, nada sobrevive si es
atrapado por él. Y lo más grave es que
no podríamos hacer nada para evitarlo.
Los científicos están conscientes de ello, pero saben también que de
suceder lo inevitable, ninguno de nosotros sobreviviría tanto tiempo. Las distancias y el tiempo en el universo superan
nuestra mente y comprensión tan finitas.
Stephen Hawking, que
tiene una apuesta con otro colega sobre la existencia de un agujero negro en
Cygnus X-1, dice que cuando se formalizó la citada apuesta en 1975 tenían una
certeza de un 75% de su existencia y que hoy es del 95%, pero la apuesta
todavía tiene que dirimirse. Ahora es cuando.
Estoy segura que dentro
de poco recibiremos imágenes hermosas y sorprendentes del infinito y más allá.
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