Después de un fin de semana
patriótico, me encuentro en casa, aterida de frío y pateando una gripe que me
quiere atrapar desde hace dos semanas.
Para mi mamá ya es un poco tarde, ya cayó, casi no se puede mover por el
malestar y un poco por los años que cada día hacen estragos en su salud.
Me sorprendo cuando pienso
en el invierno de Lima. Cómo puede encajar
tan bien con los tiempos que vivimos. Frío,
monótono, gris. Todos los diarios no hablan de otra cosa que del discurso del
Presidente. Que no dijo nada, que no
tuvo fuerza, que se le fue el tren, que no entusiasmó, que no dijo cómo, ni dónde,
ni cuándo.
Es que realmente esperábamos
algo diferente de un mediocre. Es que
realmente esperábamos algo distinto de un mandatario que sólo se rodea de
adulones y sobones. Es que realmente
esperábamos algo diferente de un Presidente que es opacado nada más y nada
menos que por su propia esposa? Realmente esperábamos otra cosa de “cosito”?
Yo no esperaba nada
nuevo. Sólo quería un mensaje corto, no de
tres horas como el del año pasado. Fue
un martirio. Como si leyera una enorme
lista de mercado, sumado a la pésima dicción, combinación perfecta para hacerle
sangrar los oídos a cualquiera medianamente letrado. Esta vez duró una hora. La lista fue más corta. Es cierto, nos dijo lo que ya sabemos: que
hay mucho por hacer. Pero luego dijo
algo que si no se hubiera tratado del Presidente de la República en el día de
la independencia, habría pensado que fue sacado del mejor “Monos y Monadas” de
los años 70 durante un “vuelo ácido” de aquellos: en seguridad ya se han hecho maravillas y vendrán muchas más. ¿Estaría
fumado el Presi?.
Creo que siguió
sin sintonizar con el país. Es curioso,
sólo sintonizaba cuando era candidato y el discurso era poco menos que
incendiario. Pero ahora, ya no se puede. Ya no es el candidato, ahora es el
Presidente. Todo cambió.
No se ha dado
cuenta el Presi que salir a la calle es casi casi un deporte de alto riesgo? Y que sacar un Smartphone en plena vía
pública es de suicidas? Y que no podemos usar un Kindle para leer en el bus o
en el metro, porque podríamos estar leyendo nuestras últimas oraciones? Que la confianza
que el ciudadano dé, depende de su seguridad? Que si una economía depende de la
inversión privada, una cifra alta de homicidios podría espantarla?
Pareciera que
el único mérito de este gobierno es haber puesto la economía en “piloto
automático”, evitando las locuras velasquistas que sumieron al país en el
basurero del cual nos está costando salir hasta ahora. Estamos en franca desaceleración y nadie hace
nada por remediarlo. La misma actitud,
la misma gente, sin ideas, sin hacer mucho, y conformándose con ello. Es la ley del mínimo esfuerzo. Es mediocre.