Una de las consecuciones o logros
del nuevo feminismo, es decir el segundo feminismo, ya que el primero, aunque
propiamente no fue un feminismo, fue un simple sufragismo que significó sí, un
primer esbozo; que surgió juntamente con la contracultura en la década de 1960, es haber
distinguido entre sexo y género.
En la teoría feminista con la voz
“sexo” se designa a una realidad orgánica biológica y con la voz “género” se
designa a una categoría socio cultural. Que
implica diferencias o desigualdades económicas, sociales, laborales, políticas,
etc. Una gran diversidad de consecuencias.
Entre las feministas son comunes
las expresiones como: estudios de género,
violencia de género, discriminación de género, etc. A las feministas
siempre les ha mortificado que, los sustantivos masculinos cuando se usan en
plural, comprendan también a las mujeres y esto no rige solamente para los
seres humanos sino también para los
animales.
Por ejemplo, si decimos: “En
nuestro barrio hay muchos gatos.” Se sobre
entiende que hay muchos gatos y gatas. Pero
las feministas dicen que no se sobre entiende. Entonces hay que decir “en
nuestro barrio hay muchos gatos y gatas” y que no mencionar a las gatas es
discriminar a las gatas y que no mencionar a las mujeres es discriminar a las
mujeres. Si decimos: “Los hombres
prehistóricos se vestían con pieles de animales”, las feministas dicen que esta
es una frase discriminatoria, porque la frase propia y no discriminatoria sería:
“Los hombres y las mujeres de la prehistoria se vestían con pieles de animales”. Esto es lo que debe ser según ellas.
El Diccionario Panhispánico de Dudas,
se ha ocupado largamente acerca de este asunto.
Dice que por una ley de economía léxica e incluso de elegancia
estilística, (no por discriminación) se usa solamente la forma masculina. Se usan las dos formas cuando es preciso hacer
el distingo pero cuando no es preciso no es necesario porque se sobreentiende,
por ejemplo, en un colegio mixto habrá que decir: “Los alumnos y las alumnas
que practican deporte son muchos”. Porque
es mixto y no sólo son los alumnos sino también las alumnas, entonces sí hay
que hacer el distingo. En otros casos, esto
resulta pesado, cargante y reiterativo.
Ahora, en redes sociales, en
carteles y en una serie de usos informáticos, se ha querido zanjar el asunto y
resolver la cuestión recurriendo a un expediente que no está exento de falta.
Es usar el símbolo arroba (@) para
indicar con este símbolo que uno se refiere tanto a los hombres cuanto a las
mujeres. Tal vez porque tiene una “a” y
luego viene un trazo que es prácticamente el trazo de la “o”. Y propone lo siguiente: por ejemplo cuando uno
quiere decir “los niños y niñas”, uno usa este símbolo y así no tiene que decir
dos veces, por ejemplo: “los niñ@s.”
Por supuesto, este uso tiene una
serie de inconvenientes. Ya que si uno
dice, el “Día del Niño” también uno quiere dar a entender que comprende el día
de la niña pero resulta que la forma contracta “del” sólo rige para el
masculino, sin embargo, no se hace el distingo.
Por lo tanto, ahí hay una incongruencia real y una falta: “Día del Niñ@”
Creo yo que por esta insistencia
de las feministas y por este afán no discriminatorio que me parece plausible,
todo esto y las modernas corrientes han llevado a que la corporación matritense
admita ya media docena de voces que siendo como son participios del presente o
participios activos se usaron siempre con la distinción simplemente dada por el
artículo determinado y antes se decía “el Presidente”, “la Presidente”, “el
sirviente”, “la sirviente”, como la Academia ha admitido una serie de voces de
este orden, entonces ahora se puede decir la forma femenina, y las formas que
se pueden decir ahora y que están en el Diccionario de la Academia son:
asistenta, comedianta, dependienta, figuranta, presidenta y sirvienta.
Claro que hay formas que no se
pueden poner en forma femenina, por ejemplo: cantante, sufriente,
escribiente. Pero quizás el uso imponga
la forma femenina más adelante.
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