viernes, 27 de marzo de 2015

La bibliotecaria

Por Salador Sostres
27 de Marzo del 2015

El viernes de la semana pasada, a la salida del colegio, llevé a mi hija a una biblioteca pública, en insensato seguidismo de otros padres de la clase de Maria que así procedían. Por lo visto a las 18h un hombre iba a contar algunos cuentos. A mi hija le encantan los cuentos y pensé que estaría bien. De hecho estuvo bien, el tipo estuvo bien, y la niña salió encantada.

Pero luego pasó algo extraordinario. En la planta baja de esta biblioteca, llamada Clarà por encontrarse en el antiguo taller del escultor Josep Clarà, y situada en la esquina de las calles Doctor Carulla y Calatrava, en la zona noble de la ciudad, hay una pequeña habitación, apartada, y hasta separada, dedicada a los niños, con libros de cuentos, mesas bajas, sofás infantiles y las paredes decoradas con muñecos de Disney.

Allí estuvimos padres y niños, con el cierto caos que siempre impera en este tipo de reuniones pero manteniendo, dentro de todo, un considerable sentido de lo civilizado. Y una bibliotecaria con ese corte de pelo entre el Ensanche izquierdo y Jarrai, entre el lesbianismo y el PSUC -si es que no fue todo lo mismo-, y con el rostro impenetrable por tantas pasiones insatisfechas, iba y venía reclamándonos silencio.

Su impertinencia a todos nos impacientó pero nadie le dijo nada.

Mi hija ya no lleva pañales y como llevaba un rato jugando y habíamos merendado, le dije que fuéramos al baño, y allí, en la pared derecha del baño, mirándolo desde la entrada, en la pared del baño de la biblioteca que reclama silencio en la zona infantil de comic books y juegos, en el baño de la biblioteca de la bibliotecaria estricta, mitad Idoia, mitad chacha, había colgada una máquina dispensadora de preservativos.

Éste es el modelo de biblioteca pública: mala leche contra los niños y condones en el lavabo. Los niños no pueden jugar en la zona infantil pero pueden follar lo que quieran en el baño.

Al regresar a la sala, y cuando la empleada municipal volvió a reclamarnos silencio, pensé para mí, sin decir nada: "¡Calla, putanga!". La izquierda siempre acaba en el burdel, y por eso cree que abortar es un derecho, y una conquista social. Educar a los hijos en el concepto y la experiencia de lo público es atroz. Les vuelve cínicos y corruptos, ingresan en el club de la queja y de la excusa, y en lugar de estimular sus capacidades las atrofias.

El resumen de la izquierda es una máquina de condones en una biblioteca pública con una zona infantil en la que no se deja jugar a los niños. Como su sistema conduce a la tristeza quieren que todos estemos tristes. Como su ética trae sólo desesperación, quieren que estemos todos desesperados. Desesperados de máquina de condón. Y luego van a por nuestros hijos, para robarnos hasta la esperanza.

Yo creo que lo que a la bibliotecaria le sabía mal era ver a un padre feliz con su hija. Hay un resentimiento de fondo y es un resentimiento terrible. No hay nada que ofenda tanto a una funcionaria resentida como el sagrado esplendor de la Familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

CARACTERÍSTICAS DEL POPULISTA

En este vídeo podrás identificar al político populista con ejemplos de la vida real en la realidad peruana que por desgracia no ha tocado vi...