martes, 22 de marzo de 2016

23 HISTORIAS EN TRES PALABRAS QUE DETESTARÁS ESCUCHAR


Por Daniel Brown Mansilla

Apenas tres palabras pueden darle un giro total a tu vida y como se dice coloquialmente “a buen entendedor, pocas palabras”.  Existen frases de apenas tras palabras que pueden terminar por completo con uno y te hacen perder la esperanza.  Estas son 16 historias cortitas capaces de definir muchas cosas en ti y fue Twitter el que proporcionó alguna de ellas con ell HT #TresTristesPalabras

1.       HOY EXAMEN SORPRESA

2.       NO ERES TÚ…

3.       NO PUEDO DORMIR

4.       TENEMOS QUE HABLAR

5.       HOY SALGO TARDE

6.       NO ES VIERNES

7.       NO TENGO PILA

8.       ¿Y EL NOVIO?

9.       NO HAN DEPOSITADO!

10.   NO HAY PAPEL

11.   LAVA LOS TRASTES

12.   NO ME BAJÓ!!!

13.   SEAMOS SÓLO AMIGOS

14.   MAÑANA ES LUNES

15.   NO ME GUSTAS

16.   SOY TU PADRE.

De la cosecha nacional (Perú)…

¡Justifique su respuesta!

No hay internet!

Es talla única?

Llegó mi papá

No traigo condones

Plata como cancha!

No hay candidatos!
 
 

 

 

domingo, 20 de marzo de 2016

Marasmo y pasmo

Por Alberto Aguirre de Cárcer

La última ocurrencia de nuestra ‘viejoven’ cofradía del santo reproche fue politizar la Semana Santa. Unos con un desatino laicista que estaba condenado al fracaso y otros con una sobreactuación en la calle y la Asamblea Regional

El ejercicio del liderazgo democrático no consiste en dar sin más a la gente lo que pide, sino interrogar a la ciudadanía sobre lo que necesita». Solo un poeta que se autocalificaba de antifilósofo (Paul Valéry) podía decir algo tan sensato y a la vez utópico, al menos en estos tiempos donde la política se ha colmatado de guiños, de iniciativas-trampa para retratar a los adversarios, de verborrea declarativa, de búsqueda de una foto o titular a cualquier precio, de decisiones improvisadas basadas en sondeos… Todo esto era habitual cuando se acercaba una llamada a las urnas, pero es tal la volatilidad del escenario político, donde nadie descarta nuevas elecciones, que los gestos y la superficialidad es el pan nuestro de cada día. Se cumplen tres meses desde el 20D y seguimos sin acuerdo de Gobierno porque en el actual marasmo institucional impera la politiquilla al menudeo, los vetos cruzados y ese ‘charlamentarismo’ improductivo que describió Unanumo a finales del siglo XIX. Los supuestos renovadores, que venían revestidos con ínfulas de purificación democrática, o nunca lo fueron o envejecen a velocidad supersónica. No hay más que ver la purga soviética con la que Pablo Iglesias zanja las disidencias en la cúpula de Podemos.

La peor de las noticias no es la tardanza en formar gobierno, que llegará, sino constatar que la manida ‘nueva política’ no está demostrando ser mejor que la vieja y que se propaga fácilmente porque no precisa de mucho armazón intelectual. Es viral, como los ‘selfis’ que se hacen nuestros políticos con frenesí para hacernos ver que están donde deben estar, aunque allí realmente no hagan nada. En la Región, donde una de cada cuatro personas está en paro, la última ocurrencia de nuestra ‘viejoven’ cofradía del santo reproche ha sido politizar la Semana Santa. La extemporánea moción laicista de Cambiemos en el Ayuntamiento de Murcia era un desatino, pero no iba a llegar a ninguna parte al carecer de apoyos y amparo constitucional. Y sin embargo, líderes del PP y del Gobierno regional se sumaron a una concentración de repulsa surgida en la sociedad murciana como si, sin su presencia, realmente corriera peligro nuestra milenaria historia cultural y religiosa. Para completar la sobreactuación, todos los grupos en la Asamblea tuvieron que hacer su correspondiente auto de fe con las tradiciones murcianas. Fue también Valéry quien dijo que «en toda cosa inútil hay que ser genial o no meterse en ella». Sabio consejo que evitaría comprobar cómo algunas carreras políticas nacen mediocres, otros alcanzan la mediocridad en tiempo récord y a otras la mediocridad se les viene encima a las primeras de cambio.

Esta política-espectáculo está acumulando demasiados comportamientos en esta legislatura que son difícilmente excusables porque socavan la calidad democrática. El PP regional empezó por incumplir el pacto de investidura con Ciudadanos con el extravagante argumento de que la prevaricación, penada con inhabilitación para cargo público, no puede considerarse corrupción. No menos insólita fue la posterior y simplista argumentación de los tres partidos de la oposición de que 23 (diputados) son más que 22 como última y resolutiva justificación de sus acuerdos. Semejante reducción de la esencia de la democracia a una cuestión aritmética pondría los pelos de punta a John Adams y a otros que se preocuparon por introducir mecanismos para proteger a las minorías y las libertades individuales en las democracias representativas. Si los rodillos parlamentarios eran antes poco recomendables, también lo son ahora. Más aún si conducen a conflictos de competencia y choques institucionales entre el Ejecutivo y el Legislativo. No hace falta haber leído a Tocqueville o Montesquieu para entender lo negativo de la ruptura de esos contrapesos. Bastaría con revisar el Estatuto de Autonomía para saber cuál es el papel de cada uno. La tramitación de las enmiendas, con un aumento y recorte de partidas a ciegas, fue todo un carajal que explotó sobre varios sectores productivos. Y tan cierto es que el PP los movilizó para que protestaran como que la oposición actuó irresponsablemente porque ni se molestó en analizar el impacto colateral de sus propuestas. Hay comportamientos insólitos: Ciudadanos dio su apoyo a los Presupuestos, que incluían 5 millones para el Rosell, y solo semanas después respalda una moción junto al PSOE y Podemos que implica un gasto de 50 millones para ese hospital. Y ahora acaba de llegar a un acuerdo con los centros tecnológicos, tras haber propiciado un recorte de sus fondos, que implicará otra modificación de los Presupuestos. En el colmo del ‘teatrillo’, C’s rectifica pero lo vende como una mejora porque apadrina un plan de financiación plurianual que ni presupuestará ni gestionará. Lo tendrá que hacer el Gobierno regional que, por cierto, dice tener las habas contadas en las arcas públicas, pero promete reactivar este año la carrera profesional en la sanidad. Todo es muy poco serio. Y qué decir del ‘piscinazo’ del socialista González Tovar, amagando con una moción de censura sepultada en horas por Ciudadanos, o el del consejero Bernabé, que envía a sus tropas a tomar posesión de Corvera cuando la decisión del TSJ era recurrible y estaba avisado. Marasmo y pasmo.

ARGENTINA;"Que alguien vaya preso"

El director de MDZ (Gabriel Conte) analiza "lo que faltó" y se enfoca en una promesa de campaña que fue la creación de una "Conadep de la corrupción". La batalla cultural entre quienes quieren seguir conviviendo con un esquema de ventajismo y privilegios, y los que no.

Está en la demanda social la necesidad que, después de palpar tanta impunidad, haya justicia. Claro que no se consiguen las cosas por deseo, generación espontánea o frotando una lámpara. La justicia es algo que también debe construirse.

No solo en quienes se oponen al gobierno anterior, nacional o provincial, está el sentimiento de querer ver “que alguien vaya preso”. Es un reclamo transversal. Y generalmente, la ausencia de justicia frente a casos flagrantes de corrupción, da argumentos para que crezca una masa política que arremete con la respuesta lógica: “La justicia no los metió presos; son inocentes” y, desde allí, se erige una alternativa diferente de convivencia en democracia y que se basa en la necesidad de contar con la justicia o sus jueces del lado propio para así no caer en prisión. El valor “honestidad” queda tergiversado y reemplazado vilmente por otro, picarón y oportunista, inmediato y poderoso: el poder por el poder mismo, para enriquecerse y tapar las huellas del delito rápidamente.

Lo que faltó

Por eso hay algo que faltó en estos primeros 100 días de gestión. Y si no se hizo puede ser por muchas causas: desinterés, ausencia de fuerza propia. La peor, sin embargo, es que haya temor a la posibilidad de quedar enredados en la misma telaraña tejida para retener a los que hicieron negocios a costa del país en el pasado reciente.

Lo que faltó es un “Momento Cero”, la constitución de un equipo capaz de ser considerado impoluto, que determinara “el verdadero estado de la Nación”. Un grupo incuestionable de personalidades que diera los números reales del país, arribando a ello a través de métodos auditables y no por tironeo político o mediático.

Hoy, no hay nada en las oficinas públicas que permita ser una base sólida para el inicio de la gestión: se llevaron los discos rígidos o los vaciaron. No hay parámetros. Hay versiones, opiniones, rumores, simulaciones, prejuicios y pretensiones, pero muy poca información real.

Se lo reemplazó con un discurso de Mauricio Macri ante el Congreso de una hora, la mitad de la cual dio su propia impresión de lo que le habían heredado los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Pero poco más que eso. Y con el solo peso de su palabra que, de inmediato, juega en una balanza con la de los acusados, sin más, sin resultados a la vista, sin recomienzo a la vista de todos.
Cristina - Macri

Durante la campaña se habló mucho de la necesidad de avanzar en una “Conadep de la corrupción”. No pasó tampoco. Probablemente, atento que era una propuesta esgrimida por Julio Cobos, que finalmente no pudo conquistar la candidatura presidencial, nadie la retomó siquiera dentro del espacio del que es aliado.

La Conadep fue una Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas creada por el primer gobierno de la democracia, con Raúl Alfonsín, y que buscó recopilar una lista de personas que estaban “desaparecidas” (ese horrible invento de la última dictadura) desde 1976 hasta 1983. Claro que el expresidente la creó cinco días después de asumir el mandato y sobre un terreno todavía copado por militares y sus cómplices.

El peronismo –que en parte fue víctima y en parte victimario durante ese periodo oscuro y trágico- no adhirió y por lo tanto no la integró. Había propuesto en la campaña un perdón general para todos los militares.

La integraron, sí, destacadas personalidades, tales como: Ernesto Sábato, Ricardo Colombres, René Favaloro (que luego renunciaría porque la comisión no estaba autorizada a investigar los crímenes del peronismo antes de 1976 desde la Triple A), Hilario Fernández Long, Carlos T. Gattinoni, Gregorio Klimovsky, Marshall T. Meyer, Jaime de Nevares, Eduardo Rabossi, Magdalena Ruiz Guiñazú, Santiago Marcelino López, Hugo Diógenes Piucill, Horacio Hugo Huarte, Graciela Fernández Meijide, Daniel Salvador, Raúl Peneón, Alberto Mansur y Leopoldo Silgueira.

Abrieron oficinas en todo el país para recibir a familiares que querían denunciar la desaparición de sus hijos o parientes. Pero ocurrió que fue un primer gran paso, aunque no completo: en muchas provincias, como en Mendoza, se instalaron en las legislaturas y allí, en esas fechas, todavía había una dominación de sectores vinculados a la dictadura y, para ser sinceros, entre la desconfianza que había en la continuidad del proceso y la no adhesión del PJ, mucha gente tuvo miedo de ir a esas locaciones a dar su testimonio y, en definitiva, no lo dieron nunca o recién mucho después.

La cuestión es que aquella Conadep sirvió para trazar una raya entre épocas y activar a la justicia para llevar adelante un juicio histórico contra los crímenes de la dictadura.

¿Alguien piensa en la Argentina actual que lo mismo debería ocurrir con respecto a las prácticas corruptas que afectan al país?
No se hizo en estos primeros 100 días. ¿Podrá hacerse en adelante?
La Argentina ya consiguió demostrar que con coraje cívico podía poner en el banquillo de los acusados y en prisión -más allá de las claudicaciones posteriores- a los protagonistas de la gran tragedia criminal del Siglo XX. Gracias a ello fundó un sistema que excluyó esas prácticas para siempre.

¿Podrán excluirse de la praxis social, política y empresaria la corrupción como eje?

En primer lugar hay que ver qué porción de la Argentina está dispuesta a dejar de convivir con hechos de corrupción, con la “viveza criolla” mal entendida, con el ventajismo y el oportunismo que aplasta las posibilidades igualitarias de crecer y desarrollarse del resto. Si la suma, a la hora del balance, da 51% vs 49%, será imposible avanzar. 

La batalla cultural deberá darse por más tiempo. Por un "Nunca más" de la corrupción.

¿Qué agregar o quitar al español?

VII Congreso Internacional de la Lengua Española abrió una discusión sobre el idioma y sus palabras.


El Tiempo / “El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua no acoge la palabra puertorriqueñidad. Sí acoge la palabra argentinidad, calidad de lo que es privativo de la República Argentina. Lo que es igual no es ventaja”, reclamó el célebre escritor boricua, Luis Rafael Sánchez, el pasado martes 15 de marzo, en la sesión inaugural del VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en San Juan de Puerto Rico.

Al día siguiente, en el mismo escenario, Darío Villanueva, director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, anunció: “Ahora divulgo con deje triunfal, amparado en la opinión del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, puertorriqueñidad, calidad de lo que es privativo de la isla de Puerto Rico”.

Así se oficializó el ingreso de una nueva palabra de la lengua española. Un vocablo que a partir de esta semana ya se encuentra en el diccionario en línea de la RAE, el mismo por el que, con tanto empeño, el Instituto de Cultura Puertorriqueño (ICP) venía luchando desde 2009.

Y así también, en el marco del CILE 2016 -que reunió hasta el día de ayer a escritores, científicos, músicos, periodistas y a las 22 academias de la Lengua Española-, nacieron otras obvias preguntas: ¿cuántas palabras más habría que agregarle al diccionario de la RAE?, ¿cuántas habría que abolir? ¿Son sólo palabras por agregar o por quitar, o también son conceptos los que hay que incluir y desechar de nuestra lengua?

EL TIEMPO decidió preguntarle a once altas personalidades de este Congreso, incluidos dos Premios Nobel (de Literatura y de Química), ¿qué se le debería agregar o que se le debería quitar a la lengua española? Las respuestas, como era de esperarse, fueron, por fortuna, tan variadas como profundas y divertidas.

¿Qué le quitaría o qué le agregaría a la lengua española?

1. “Le quitaría un exceso de anglisismos. Es decir, le quitaría muchas palabras que vienen del inglés y que no son necesarias. Por ejemplo, hay gente que sigue diciendo ‘tablet’, cuando la palabra nuestra es tableta. Y le añadiría, especialmente por parte de mis compatriotas españoles, el orgullo de hablar esta lengua, porque es una lengua que, a pesar de que la hablamos tantas personas tan diversas, somos capaces de entendernos sin problemas mediante ella”.

Darío Villanueva, director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

2. “Le agregaría todos los mexicanismos, los colombianismos, los puertorriqueñismos y así cada ismo de cada país hispanoparlante. Pero a ninguna lengua hay que quitarle nada, menos al español, que no hay que cambiarle nada. Al contrario, hay que agregarle más y más diccionarios con sus aportes populares”.

Jean Marie Gustave Le Clezio, escritor francés, cultor de la lengua española, premio Nobel de Literatura (2008).

3. “Le agregaría todos los nombres para denominar todos los peces de nuestra región, que son distintos en cada país, pero que son los mismos peces. Con eso quiero decir que falta agregarle a la lengua más comunicación para reconocer, entender y estudiar todas diferencias, incluidas las emocionales y, claro, las del comer”.

Mario Molina Pasquel, ingeniero químico mexicano, descubridor de las causas del agujero de ozono antártico, Premio Nobel de Química de 1995

4. “Habría que quitarle ese adjetivo pobremente nacionalista que le han puesto a esta maravillosa lengua y es el adjetivo “española”. Nunca me gustó relacionar un idioma con un Estado. Siempre pensé que hablo castellano que es el idioma de una comarca europea de donde salió una lengua que sigue representándome”.

Martín Caparrós, periodista y escritor argentino. Premio Herralde y Premio Internacional de Periodismo Rey de España.

5. “No le quitaría nada y solo le agregaría más hablantes. A mí me parece que es una lengua maravillosa con todos nosotros: usted, yo y el chango [pájaro puertoriqueño, conocido en Colombia como María Mulata]. Cuanto más mezclado, mejor. Es que somos casi 500 millones de hispanoparlantes y eso es una cosa poderosa. Pero poder poético”.

Álvaro Pombo, poeta, novelista, político y activista español. Premio Planeta (2006) y Premio Nadal (2012).

6. “Le cambiaría los tonos bélicos de nuestro lenguaje en Colombia, que vienen de los asuntos que ya todos sabemos. Le cambiaría palabras como blindar por proteger. Le agregaría más respeto por el rostro del otro. Más gentileza y ética en el uso del lenguaje, que nosotros los colombianos hemos perdido por la guerra.

Carmen Millán de Benavides, directora del Instituto Caro y Cuervo de Colombia.

7. “No le quitaría absolutamente nada porque las palabras van evolucionando solas; hay algunas que irrumpen con una gran fuerza, otras que con los años desaparecen y otras permanentes: amor, madre, agua, sol... Hay palabras que aparecen de la nada y se van solas. Por ejemplo, hace unas décadas en España se puso de moda llamar a una persona mayor, que estaba en desacuerdo con todo lo nuevo, ‘Carroza’. Esa palabra salía así, y con ese significado, en los periódicos de los años 70 y 80, pero hoy ha desaparecido, nadie la usa y sigue significando lo que es: un vehículo, un coche. Por lo tanto, yo no le quitaría nunca nada a la lengua española. ¿Y qué le podría agregar?, más amor, mucho amor”.

Víctor García de la Concha, filólogo español, actual director del Instituto Cervantes y anterior director de la Real Academia Española.

 

8. “Es una lengua que está en pleno auge y no veo que necesite una ayuda por ningún lado. Lo que sí siento, y lo digo como escritor, es que los destellos de la modernidad, los lenguajes electrónicos y todo esto, no tiene que inhibir algo tremendamente poderoso del español que es la tradición y que debe ser reactualizada permanentemente. Los textos clásicos, con su lenguaje superior, deben avanzar en todos los formatos que nos da la modernidad. La tradición en el futuro”.

Antonio Skármeta, escritor chileno, autor de Los días del arco Iris Premio Planeta-Casa de América 2011.

9. “Que sea una lengua más abierta a sus distintas variedades en cada lugar y que sea una lengua en la que el espíritu crítico y científico sea cada vez mayor. Habría que intentar quitarle, sin torcer la lógica de la lengua, los aspectos discriminatorios que están todavía dentro de ella”.

Jorge Volpi, escritor mexicano, director general del Festival Internacional Cervantino.

10. “Que esté abierta a todas las mezclas. Y no le quitaría nada, porque una lengua es ilimitable. Incluso, por necesidad de la vida de la lengua, los anglisismos terminan entrando en el diccionario, por que los diccionarios no son más que un registro. Si se usan las palabras, terminan entrando en el diccionario. Cuando caen en desuso, las palabras quedan en el diccionario, pero nadie volvió a acordarse de ellas”.

Sergio Ramírez, periodista, escritor y político nicaragüense. Fue vicepresidente de su país.

11. “Le quitaría esas fronteras que hacen que los mexicanos, se supone, deban hablar solo mexicano; los españoles, solo como españoles y los chilenos, solo como chilenos. Y le añadiría una propuesta de escritura que incorporara las diversas versiones del español. Hay que ir hacia una escritura de la lengua española menos encerrada en cada tradición. Incorporar vocablos y expresiones de otras tierras, porque ya se están incorporando a nivel humano: ya los ecuatorianos viven en España, los españoles en México, los mexicanos en Perú y los peruanos en Argentina. Quiero decir que esa coexistencia de las diversas versiones del español ya se da, pero no en la escritura literaria”.

José Manuel Fajardo, escritor, traductor y periodista español, autor, entre otras, del Tríptico Sefardí.

¿Qué es el CILE?

El CILE es el Congreso Internacional de la Lengua Española que nació con el objeto de celebrar, reflexionar y educar sobre el español y la cultura hispánica. Es organizado por el Instituto Cervantes, la Real Academia Española, la Asociación de Academias de la Lengua Española y, en esta séptima versión, por el Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. El Congreso se celebra cada tres años y las ediciones anteriores tuvieron lugar en España, México, Argentina, Colombia, Chile y Panamá.

¿Qué agregar o quitar al español?

MAURICIO SILVA
Editor jefe de la revista Bocas
San Juan (Puerto Rico).

CARACTERÍSTICAS DEL POPULISTA

En este vídeo podrás identificar al político populista con ejemplos de la vida real en la realidad peruana que por desgracia no ha tocado vi...