Un tipo evidentemente envilecido por la
vida, asesinó a Ruth Thalía, su pareja, una jovencita de tan sólo diecinueve
años de edad. Sus padres, desconsolados para siempre piden justicia. Pero la
justicia, en este país, es a veces inexistente.
El 7 de julio pasado un canal de
televisión emitió un programa llamado "El Valor de la Verdad", una
franquicia extranjera que lo único que hace es hurgar en la miseria humana y
ventilarla. Fue número uno en audiencia, millones de televidentes lo veían
desde entonces.
El entrevistador hace preguntas, el
participante, sometido al polígrafo al aire, debe contestar y una voz en off
dice "Es verdad" o "Es mentira", con el suspenso
correspondiente. Una de las reglas del "juego" es que estén presentes
personas que conocen bien al participante. En este caso particular, fue la
pareja de la joven quien estaba presente. Finalmente, gana el participante que
dice toda "su" verdad, por muy aberrante que ésta sea. ¿Qué gana?
Gana quince mil dólares.
A cambio de esa cantidad de dinero, esta
joven, confesó haber tenido que prostituirse por dinero, que en realidad no
quería a su pareja, que sólo estaba "esperando" al adecuado y un
largo etcétera. No fue la única, desde aquella vez, se han sometido al
polígrafo público muchas mujeres públicas (quiero decir famosas, no lo otro,
aunque después de ganarse quince mil dólares ventilando sus miserias, bien
podrían ganarse ese título). Pero eso es lo que le gusta a la gente y eso es lo
único que importa.
Ayer encontraron el cuerpo de la joven. Al
parecer la habían arrojado en un pozo. Cubrieron el cadáver con piedras. Estaba
destrozada. Se habla de secuestro del
novio y del tío de éste. Por el estado
de putrefacción, se presume que fue asesinada el 11 de setiembre. El novio
confesó. Él lo hizo, él fue el
perpetrador, él la mató porque lo “hizo quedar como un estúpido”. Lejos de sentirnos aliviados, nos sentimos más
agobiados, porque en el Perú, la justicia tarda tanto. Dicen que justicia que tarda, no es justicia.
Se han alzado muchas voces diciendo que el
programa tiene la culpa, que si no se hubiera emitido esa edición, la joven
estuviera viva, que hay responsabilidad del conductor,... en fin. Eso en realidad nunca lo sabremos. Escuché al conductor defenderse un poco
altaneramente (no debe estar muy feliz) diciendo que ellos sólo hacían lo que
hacían todo el tiempo, entrevistar a una persona, mayor de edad y por dinero. Las redes sociales, hervían. Para mí está claro. La responsabilidad de
este crimen es de quien lo perpetró. Esa es la responsabilidad penal que los
jueces y fiscales deberán demostrar. ¿Y
la responsabilidad moral?. Si esa joven a
su cortísima edad, no se hubiera expuesto de esa manera tan horrible, ¿aún
estuviera viva?.
En un país de instituciones débiles, la
televisión para las masas debería tener más decoro. Los pilares de la sociedad son la justicia, que
en el Perú es corrupta; la educación, en el Perú es paupérrima; la seguridad, inexistente
y la salud, sólo para los ricos... Sin estos pilares, la sociedad colapsa. Vivimos en una sociedad colapsada, donde no
existen más los valores. Es tan
descabellado pensar que si son capaces de matarnos en la calle por arrebatarnos
un celular, con mayor razón serán capaces
de cosas peores por quince mil dólares?. No, no es descabellado, ese es el país
en que vivimos.
Hay crisis de valores a todo nivel. Cómo puede explicarse entonces, que millones
de televidentes sean fieles a este formato decadente, de los cuales la mayoría
pertenece a los sectores A y B, (la alta “suciedad”). Cómo puede explicarse entonces, que millones
gocen con las sórdidas confesiones de unas gentes que sólo se sientan ante las
cámaras para ventilar sus más terribles secretos por un poco de plata. Entonces, si la joven no hubiera participado,
¿aún estuviera viva?.
Hay sociedades que no están preparadas
para asimilar ciertos formatos. Y este es un ejemplo de ello. En este caso, fueron personas de los “otros”
sectores quienes participaron y fueron víctimas. Sí, ambos fueron víctimas. Una jovencita, porque ya no está entre nosotros
y el joven, porque a su corta edad, podría comerse treinticinco años en la cárcel. No hay cosa más triste que una vida
desperdiciada.
En el Perú, hay una regla: Mujer que es
golpeada, es asesinada. Pero en este caso, no hubo violencia previa. Quiere
decir, que el detonante fue la confesión de una sórdida realidad y el móvil, el
dinero. Entonces, si la joven no hubiera participado,
¿aún estuviera viva?.
Nunca lo sabremos.
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