miércoles, 5 de junio de 2013

El arte de mentir por Max Gheringer

Las personas exitosas nunca mienten, pero, de vez en cuando, elaboran una versión más creativa de la verdad

Decir siempre la verdad es bueno para la reputación y peligroso para una carrera. Mentir es un arte, y la vida profesional un campo fértil para su cultivo.

Primero florece una mentirita, que es percibida y aceptada como una metáfora. Todo el mundo sabe que la frase “Se me pinchó la llanta” no siempre quiere decir exactamente eso. Y, si “Fui a un velorio” fuese siempre cierto, Brasil ya estaría despoblado. Estas son mentiritas inocentes que evitan explicaciones muchas veces embarazosas y, casi siempre, inútiles.

Después viene la mentira útil. Ella es usada cuando decir la verdad no ayuda y puede atraparnos: “Bonita corbata jefe”, por ejemplo. ¿Por qué no decir que aquellos diseños rojos sobre un fondo amarillo-diarrea parecen amebas en celo? Cuando alguien me dice “Excelente memorando”, yo me quedo aliviado porque sé que no existen memorandos excelentes: o son prácticos o son confusos, nada más.

El siguiente nivel es el de la mentira elaborada. Al contrario de sus antecesoras, esta tiene reglas:

_ La verdad es muy complicada.
_ Nadie saldrá perjudicado.
_ La posibilidad de que la verdad salga a la luz es casi nula.

La aplicación práctica: en la frase “estuve en Fortaleza investigando el mercado”, el tramo “Estuve en Fortaleza” es cierto. Ahora, “investigando el mercado” puede hasta tener una verdad comprobada por coartadas burocráticas como facturas, boletas, cuentas de hotel y restaurantes, pero lo que fue realmente “investigado” queda solo entre él, ella y las dunas.

Eso sí: la peor de todas las mentiras es aquella que es descubierta. Hace unos meses, participé de un interrogatorio que me hacía recordar la Santa Inquisición. El reo era un colega de hace años, un benefactor que hacía donaciones generosas a nombre de la empresa.

Solo que la limosna era mucha y el santo desconfió. El beneficiario de tanta caridad parecía ser el propio caritativo.

Mi colega era de aquellos que jamás olvida la regla número uno del arte de mentir: “Niegue”. En su caso, ya era una negación de la realidad. Faltaba poco para que él sea tragado por el sistema y se reencarne en uno de esos currículos que vagan por ahí, pero le quedaba la compostura de los caraduras. Hace una semana, él me llamó. Había conseguido construir una historia brillante, que explicaba todo, sin dejar ninguna cosa suelta y quería mi ayuda para esclarecer los hechos de una vez por todas. ¿Yo? De repente, me puedo convertir en cómplice. Al final, la vida profesional es una caña de pescar, y sé en cual de los dos extremos quiero estar.

Extraido de Revista G de Gestión
Máximas de Max, por Max Gheringer

2 comentarios:

  1. eres una mujer muy atractiva. Toda una MILF, busca su significado en inglés y tomalo por el lado amable... Bessooss

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