martes, 27 de septiembre de 2011

En caída libre

De no ser por lo dramático del vil asesinato de un joven, sería gracioso haber observado al Premier y compañía respondiendo a las preguntas de la prensa después del fatídico sábado.  A las preguntas de los periodistas el Premier respondía: “Nosotros no podemos hacer nada, es el Ministerio Público”, puede ser cierto.  Después, la representante del Instituto Nacional del Deporte decía: “Nosotros no nos encargamos de la seguridad en el estadio, es Indeci”, el representante del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) respondió: “El Indeci no da las licencias de funcionamiento, es la municipalidad” y el representante de la Municipalidad… no estaba.  La percepción inicial, fue que todos eran devotos de Pilatos. 
Para hacer honor a la verdad, el Gral. Raúl Salazar, Director Lima Sur PNP, habló extensamente, explicando lo que tenía que explicar.  Pero lamentablemente, en nuestro país ya no existe más el principio de autoridad.  Puede haber un centenar de policías, pero sin este principio, poco podrán hacer para establecer o reimplantar el orden que ha desaparecido.  Sobre todo cuando sale el Ministro del Interior diciendo que los palcos son propiedad privada y la policía no puede intervenir. (¿?)  En todo espectáculo de masas hay un fiscal, si el fiscal lo ordena las fuerzas del orden pueden y deben intervenir.  Es decir, que bajo la óptica del Ministro, los “palquistas” pueden llevar armas automáticas y empezar a disparar a quema-ropa a todo el mundo y la policía no podrá hacer nada porque “es propiedad privada”???.  O si hay un vecino que empieza a “agarrarse” a balazos con su familia, sería imposible denunciar porque es propiedad privada.  Creo que a nadie se le ocurriría jamás decir: “Nooo, así se tratan ellos, pues, hay que dejarlos”.   Qué vergüenza tener un Ministro en una cartera tan complicada como el Interior demostrando lo que resulta cuando la amistad se impone a la capacidad en puestos públicos.
Finalmente, el Premier correctamente dijo que se aplicará toda la firmeza de la ley a los culpables.”  Y lo repitió en un conocido espacio político en horas de la noche.  Espero que sea así.  Aunque en lo personal, creo que nada podrá hacerse.  Habría que cambiar la legislación para que la justicia se sienta, para que la justicia exista; pero cómo podrá lograrse algo así.  Hemos visto que el Congreso de la República está lleno de "come pollos", "come oro", "come chifas", proxenetas, analfabetos... Cambiar la legislación vigente es casi casi una utopía.

Ya salieron a la luz todos los involucrados, unos con abogados otros solos y solicitando garantías. Pero hay uno en quien caen todas las sospechas, que fugó el mismo día del asesinato ayudado por su hermana, quien utilizó su millaje para adquirir un pasaje que le facilitaría la ruta de escape (eso la hace cómplice, ojo!), primero a USA y luego a Canadá.  Hijo de un reconocido notario de Lima.  Él mismo accionista de una constructora, dueño de una discoteca en el sur, casa en Casuarinas, y un largo etcétera.  En fin, un hombre pudiente de clase acomodada por donde se le mire y cobarde por sus cuatro costados.
El estereotipo que corresponde a las barras bravas es del tipo marginal, de estrato socio cultural bajo y en la mayoría de los casos con antecedentes.  En esta ingrata ocasión, no fue así.  Se ha llegado a la conclusión que la violencia viene de los “palquistas”, quienes causan desmanes, destrozos, y agresiones de todo tipo (desde tirar botellas de whisky al público de popular hasta bolsas con orines a los mismo desdichados).  Uno pensaría que la gente más favorecida por las circunstancias y por las oportunidades a diferencia de la mayoría, sabría comportarse como gente decente y racional.  Pero no.  Lamentablemente, el estatus social no da la clase.  Clase que debería tener un ser humano como para que valore la vida de otro ser humano aún si éste pensara distinto.
He escuchado mil opiniones de especialistas y de no especialistas.  Periodistas que harán campaña, autoridades que harán justicia, y la gente de a pie que habla, opina y se indigna con este acto y todos los actos de violencia abominable que son pan de cada día.  La herida está abierta.  Tardará en cerrar.
En realidad, de un tiempo a esta parte, se han perdido los valores, hemos adoptado lo peor de otras culturas, hay crisis de principios, se valora más al matón porque tiene “esquina” y no al honesto porque prefiere tener perfil bajo.  Y como resultado de esto, la palabra “hincha” se está desvirtuando dramáticamente, muchos delincuentes en potencia se esconden detrás de esta palabra para cometer actos vandálicos y deleznables, dando rienda suelta al cerebro de reptil que se desata cuando hay exceso de alcohol y drogas en la sangre, porque saben en el fondo que su situación económica y social los blindará ante cualquier intento de la justicia para hacer justicia.  Y eso es por una razón.  Porque vivimos en el país de la impunidad, es impune mentir, es impune robar y es impune matar.  Basta con un puñado de billetes para que un juez de una sentencia a favor, o no aplique la ley como corresponde aplicarla, o rebaje la sentencia a quien no se la merece.
No faltará algún legislador que proponga medidas que no solucionan nada y lo complican todo.  Como cuando un congresista propuso casi inmediatamente el estado de emergencia para solucionar el problema del crimen en las calles, después de que unos delincuentes atacaran a su hija.  Habría que preguntarle a ese mismo congresista, dónde estaba cuando desalmados atacaron a la niña Romina dejándola parapléjica y en estado crítico hasta estos días.  Por qué no levantó su voz de protesta entonces?.  Aparentemente, hay seres humanos que valen más que otros.
Por lo pronto se baraja la opción de suspender el público en partidos conflictivos.  Sólo un parche que no resuelve para nada el asunto de fondo.  Es como si nos ordenara quedarnos en casa para no ser asaltados en la calle.  Por otro lado, el Estado tiene el deber de garantizarme SEGURIDAD,  de garantizarme que voy a regresar a casa sana y salva,  de garantizarme que no voy a morir en un partido de futbol.  Si no es capaz, está demás.  Y lo que es peor, se está rindiendo a la delincuencia.
Espero que lo del sábado no se repita, espero que los culpables paguen y espero que la justicia no tarde, porque justicia que tarda, no es justicia.

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