sábado, 5 de mayo de 2012

La Rutina, aburrida pero necesaria



Aunque suene paradójico decirlo en pleno verano, cuando huimos a bandadas de la vida cotidiana buscando nuevas emociones, creo que al final de las vacaciones se termina echando de menos la demonizada rutina.

Todos queremos escapar de ella porque a primera vista caer en sus redes es un síntoma de aburrimiento. Algunos piensan que mata la creatividad y hasta la pasión. Sin embargo, en los manuales de coaching se insiste en que "la constancia traducida en rutinas y hábitos está detrás del éxito personal y profesional de muchos, sobre todo deportistas".

Hay comportamientos rutinarios, de hecho, que terminan por definir lo que somos. Un ejemplo, cuando vemos al ciclista cruzando la meta nos quedamos exclusivamente con la victoria, ignorando los meses de duro entrenamiento que hubo detrás del triunfo. Lo mismo ocurre cuando acudimos a un concierto, aplaudimos al artista cuando termina la actuación pero pasamos por alto la esforzada rutina que lo llevó ahí. Si no llegan a trabajar con disciplina de lunes a lunes no hubieran alcanzado nunca esas cotas de éxito.

Lo confieso, estoy enganchado a la improvisación, produce más emociones cortoplacistas que grandes fiascos, pero también me reconforta saber con exactitud cómo ocuparé el tiempo en cada momento. Hay algo gratificante también en ese control ordenado de nuestra agenda, sinceramente porque no hay como perder una costumbre para empezar a echarla de menos.

El retorno de las vacaciones es un claro exponente. Después de abusar del pescaíto frito, la fideuá o el rebujito, degustamos como el mayor de los manjares un plato de vainas, una ensalada de tomate o un trago de txakoli. Es la vuelta a la rutina la que nos hace sentirnos en casa un hogar que, tras las agotadoras vacaciones bajo un techo ocasional, nos parece un hotel de 5 estrellas nada más cruzar la puerta, precisamente por eso, porque es donde desembocan todas nuestras conductas.

Todos los niños aman la rutina. Sufren cuando no se respetan sus horarios y se les modifica el hábito. Los adultos también nos alteramos con los cambios. Cada vez que hacemos las maletas sufrimos desarreglos intestinales que la mayoría atribuye al agua o las comidas menos habituales, pero lo que sucede de verdad es que el cuerpo siente que se ha cambiado una rutina a la que estaba acostumbrado para realizar sus funciones con normalidad. Conclusión, algunos automatismos son necesarios para no volvernos locos.

Intento con estos razonamientos explicarme por qué Bielsa ha comenzado la pretemporada tan encendido. Porque el hombre tranquilo emerge desbocado por una mala ejecución de unas obras en Lezama que no ha dudado en catalogar como "una estafa, un engaño y un robo". Quería realizar la pretemporada en casa, en unas instalaciones que hoy no están preparadas, y eso le enoja. "El trabajo no es que no se terminó. Se hizo mal sabiendo que se hacía mal". Duras acusaciones de un Bielsa enfurecido pero con más razón que un santo "no me sometí al procedimiento de hacer las cosas rápido y mal". La vuelta a los entrenamientos debería ser algo monótono, sesiones convencionales pautadas sin excesiva innovación y con el único propósito de recuperar la forma. Pero este inicio de curso, además de por las inconclusas obras, no ha sido del modelo estándar. Venimos de un final de temporada que llegó muy pronto. Demasiado tiempo para rumores, primero sobre la renovación del propio Bielsa y después sobre el supuesto interés de los grandes en los internacionales. Al míster le gusta tenerlo todo previsto y controlado. No se siente cómodo si no puede trabajar en las mejores condiciones y con todos los efectivos. Los campeones de Europa, Llorente y Javi Martinez aún no han llegado. Cuando estos aterricen se irán los convocados para las olimpiadas.

Creo que cuando Bielsa no encuentra lo que espera después de haberlo planificado, se transforma. Debe pensar que la rutina es también sinónimo de estabilidad, que implica que todo marcha bien, sin alteraciones. Si lo pensamos bien, en todo lo estable hay rutina. El día en que se altera, tenemos un problema. Al contrario de lo que pudiera parecer, poner una rutina en nuestras vidas nos da una sensación de control que mantiene las cosas en su debido orden. Pensar que la rutina en la vida nos lleva al óxido y el aburrimiento es una quimera. Estamos hechos para seguir una rutina y cuando tratamos de vivir en un cambio permanente acabamos en el caos. Ha sido una vuelta al cole movidita. La rutina bien entendida, cuando llegue, dará fuerzas al equipo para continuar con el ilusionante proyecto iniciado el pasado año. Paciencia Marcelo.

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