Por Or Kashti
“Para mí, personalmente, los árabes son algo que no puedo
ver y no puedo soportar”, dice en un hebreo abominable una niña que asiste al
décimo grado de una escuela en la parte central del país.
“Soy tremendamente racista. Yo vengo de un hogar racista. Si
tengo la oportunidad en el ejército de disparar a uno de ellos, no lo voy a
pensar dos veces… Estoy dispuesto a matar a alguien con mis manos, si es un
árabe. En mi escuela me enteré de que… su educación se basa en ser terroristas,
y que no hay fe en ellos. Yo vivo en una zona donde hay árabes, y cada día veo
a estos ismaelitas, que pasan en [autobús] por la estación. Les deseo la
muerte”.
Los comentarios de los estudiantes aparecen en un capítulo
dedicado a la etnicidad y el racismo entre los jóvenes que recoge un libro de
próxima aparición, “Escenas de la vida escolar” (en hebreo), de Idan Yaron y
Yoram Harpaz. El libro se basa en observaciones antropológicas realizadas por
el Dr. Yaron, sociólogo, en el transcurso de tres años en una escuela
secundaria secular en el interior de Israel –”la escuela más promedio que
podrías encontrar”, dice Harpaz, profesor.
El libro es nada menos que un fresco, sobre todo ahora, que
ilustra el racismo y odio al otro que se han revelado en el país en el último
mes. Tal vez “revelado” no es la palabra correcta, porque no es una sorpresa la
intensidad del fenómeno. Pero las descripciones de Yaron de lo que vio en la
escuela muestran que ese odio es un elemento cotidiano básico entre los
jóvenes, y un componente clave de su identidad.
Yaron retrata el odio sin lentes color de rosa o cualquier
intento de presentarlo como un signo de “unidad” social. Lo que él observa es
el odio sin filtrar. Una conclusión que surge del texto es la poca capacidad
del sistema educativo –porque no quiere– de hacer frente al problema del
racismo.
No todos los educadores son indiferentes o ineficaces. Hay,
por supuesto, los maestros y otras personas en el ámbito de la educación que
adoptan un enfoque diferente, que se atreven a tratar de cambiar el sistema.
Pero son una minoría. La lógica interna del sistema opera aceptando y
promoviendo el racismo.
Gran parte del capítulo sobre el racismo gira en torno a las
lecciones de la Biblia en una clase de noveno grado, cuyo tema esa la venganza.
“La clase comienza, y los ejemplos de venganza de los estudiantes se escriben
en la pizarra”, reconstruye Yaron. Un estudiante llamado Yoav “insiste en que
la venganza es una emoción importante. Él utiliza el material que está siendo
estudiado para recalcar un mensaje semi-encubierto: Todos los árabes deben ser
asesinados. La clase se alborota. Cinco estudiantes están de acuerdo con Yoav y
dicen abiertamente: Los árabes deben ser asesinados”.
Una estudiante relata que escuchó en la sinagoga en Shabat
“Aravim rav erev zeh” ["Los árabes son una chusma", en un juego de
palabras], y también que hay un mandamiento para matarlos a todos, en
referencia al enemigo bíblico prototípico de los Hijos de Israel. Otro
estudiante dijo que tomaría venganza contra cualquier persona que asesinara a
su familia, pero no los mataría a todos.
“Algunos de los otros estudiantes están indignados por esta
postura más blanda”, informó el profesor. “El estudiante entonces deja claro
que él no tiene amor por los árabes y que él no es un hombre de izquierda.”
En su investigación, Yaron habló con otros estudiantes en la
clase y con la maestra y la directora. La multiplicidad de versiones que
emergen sobre esta situación sugiere un conflicto profundo y una falta de
confianza entre los educadores y los alumnos. Cada mundo funciona por separado,
mientras los adultos ejercen poca o ninguna influencia en los jóvenes. No creen
que la suspensión de la clase o cualquier otro castigo infligido a algunos de
los estudiantes – por ejemplo, preparar una presentación para las clases de
noveno grado en el tema del racismo – cambie la opinión de nadie.
Lo mismo ocurre con la declaración inequívoca del director,
que asegura que “no hay comentarios racistas en nuestra escuela.”
Cualquier persona que se imagina que esto es algo local o
apenas un arrebato, es erróneo. El libro recuerda el caso de una niña de una
escuela profesional de la red ORT que denunció a principios de este año que su
maestro había expresado “puntos de vista de izquierdas” en el salón de clase,
porque el profesor le pedió a un alumno no maldecir a los palestinos y este le
gritó que “él estaba justificando a los árabes”.
Los estudiantes aseguran que los talleres para combatir el
racismo, generalmente convocados por una organización externa, dejan poca
impresión. “El racismo es parte de nuestra vida, no importa lo mucho que la
gente diga que es malo”, dijo un estudiante.
En un debate final propiciado por los autores del libro, el
moderador preguntó a los estudiantes cómo pensaban que podría erradicarse el
racismo. “Matando a los árabes”, fue la respuesta inmediata. “Quiero que se
vayan de aquí con el conocimiento de que el fenómeno existe, la única manera de
ser autocrítico”, dijo el moderador. A lo cual un estudiante replicó, “si no
somos racistas, creerán que somos izquierdistas.”
El moderador, en un tono de desesperación: “Me gustaría que
tomaran en cuenta al menos algo de este taller”, a lo que otro estudiante
respondió: “Cada uno debe vivir de la manera que quiere; si usted piensa que él
es racista, dejemos que piense lo que quiera, y eso es todo”.
“No hay discusión sobre el tema del racismo en la escuela y
probablemente no la habrá”, admite el director. “A pesar de que estoy
constantemente consciente del problema, sé que está lejos de ser resuelto. Se
deriva en primer lugar de la casa, la comunidad y la sociedad, y es difícil
para nosotros hacer frente a ello. Hay que recordar que otra de las razones que
dificulta lidiar con el problema es que también existe entre los profesores.
Cuestiones como la ‘dignidad humana’ o el ‘humanismo’ son, en todo caso
considerado de izquierdas, y cualquier persona que habla de eso se considera
contaminada”.
Yoram Harpaz es profesor en el Beit Berl Teachers College y
editor de Hed Hahinuch, una importante revista de educación. Recordando la
reciente promesa del ministro de Educación, Shay Piron de que las clases en las
dos primeras semanas del próximo año escolar se dedicarán a “los aspectos
emocionales y sociales de los acontecimientos del verano”, que ha desatado “las
manifestaciones de racismo y de incitación al racismo”, Harpaz observa que las
escuelas en su formato actual “son incapaces de tratar con la personalidad y la
identidad racista.”
Y añade: “Las escuelas no están preparadas para esto. Sólo
pueden impartir conocimientos y habilidades básicas. De hecho, tienen
dificultades para hacer siquiera eso. En las clases de 40 estudiantes, con un
plan de estudios estricto y exámenes que tienen que ser ejecutados, es
imposible propiciar una educación basada en valores “.
Yaron, catedrático de sociología en el Ashkelon Academic
College, hace hincapié en cómo los profesores (y el sistema educativo en
general) sienten que lo importante es cumplir al plan de estudios y las
lecciones programadas – dos islas de tranquilidad en medio de una realidad
cargada de riesgos.
“La mayor amenaza para el profesor es el ruido – que alguien
se queje, que un argumento estalle, etc. Ese peligro es especialmente alto
cuando se tratan temas que interesan a los jóvenes, como la sexualidad, la
etnia, la violencia y el racismo. Los profesores carecen de las herramientas
para hacer frente a estas cuestiones, a lo que se añade la subcontratación, que
castra al personal docente aún más.”
La demanda de tranquilidad en las escuelas no es sólo una
cuestión instrumental, que deriva de la dificultad de mantener el orden en el
aula. También hay un aspecto ideológico en la cuestión. En general, hay toda
una serie de temas que no se recomiendan para su discusión en las escuelas,
como la Nakba (o “catástrofe”, el término utilizado por los palestinos para referirse
a la creación del Estado de Israel), los derechos humanos y la moralidad de las
operaciones del ejército israelí. Esta fue una de las advertencias emitidas por
la Universidad de Tel Aviv y la Universidad Ben-Gurion durante los combates en
la Franja de Gaza: directamente pidieron evitar las “observaciones extremas y
ofensivas” contra Israel.
Harpaz: “En Israel, el país más político que existe, la
formación política no se ha desarrollado como una disciplina en la que los
estudiantes de secundaria se les enseña a pensar críticamente acerca de las
actitudes políticas, o el hecho de que esas actitudes no son siempre
particulares, y que dependen de los puntos de vista y los intereses creados en
la comunidad”.
Entonces, ¿qué se puede hacer? Según Harpaz, la solución no
se encontrará en las discusiones entre el tutor y los estudiantes. Es necesario
un cambio radical.
“Los valores y las perspectivas se adquieren en un largo
proceso de identificación con los interlocutores significativos del proceso
educacional, como los maestros,” explica Harpaz. “Esto significa que todos los
aspectos de las escuelas – patrones de enseñanza, métodos de evaluación, planes
de estudio, la estructura física y el clima cultural – tienen que cambiar para
propiciar una educación más dialógica y democrática.”
Y tiene una recomendación más: no huir de los dilemas
políticos y morales, y de las posibles críticas. “Nuestros líderes están
demasiado temerosos de las críticas, pero no entienden que la educación
fundamental es aquella que genera lazos estrechos y cariñosos, y que para eso
se necesita también la crítica. Nos enojamos con lo que amamos.”
El bello rostro del racismo en Israel
La espeluznante historia fue registrada en las redes sociales por David Sheen, periodista y cineasta canadiense que reside en Israel.
“Una simple búsqueda en Twitter de la palabra ARAVIM (árabe, en hebreo), genera una larga lista de mensajes de jóvenes israelíes haciendo un llamado por la limpieza étnica del país”. Así empieza la historia “Terrifying Tweets of Pre-Army Israeli Teens” (Aterradores trinos de adolescentes israelíes, próximos a prestar servicio militar”), escrita y divulgada por Sheen.
El periodista encontró numerosos tuits con comentarios cargados de odio y mensajes racistas, al igual que llamados al genocidio, la muerte y tortura de los árabes palestinos. Todos los tuits fueron escritos por jóvenes israelíes de ambos sexos, pero sorpresivamente un gran número provenían de jovencitas. David Sheen procedió a traducir los mensajes al inglés y los trinó en su propia cuenta de twitter , añadiendo el link del trino original, el nombre del usuario del autor y el hashtag #ZionStandUp. Además, Sheen anexó la imagen del perfil de cada una de las autoras, con el fin de mostrar que se trataba de niñas “comunes y corrientes”.
Los tuits del periodista canadiense se reproducen a continuación, con la respectiva traducción al español:
“Muerte para estos malditos árabes”.
“Les deseo una muerte dolorosa a los árabes”.
“Desde el fondo de mi corazón, deseo que les prendan fuego a los árabes”.
Lo grave del caso es que estas adolescentes pronto prestarán servicio militar y empuñarán fusiles: Israel es el único país del mundo donde las mujeres prestan servicio militar obligatorio.
La situación de Israel tiene profundos matices políticos y sociales. La misma sociedad israelí se encuentra dividida frente a la situación en Gaza (quienes se oponen son considerados “de izquierda”), pero la mayor parte apoya la decisión de los ataques del Estado de Israel hacia los palestinos.
Dicho segmento de la población tiende a tener una mirada fascista (como la de estas jóvenes), producto del extremo nacionalismo del sionismo político (más que del judaísmo religioso y cultural). Lo que sí es cierto es que estas imágenes muestran un aspecto cotidiano de la guerra, una realidad que pocas veces los medios cuentan.
(Tomado del diario israelí Haaretz y Palestina Libre . Versión de Cubadebate)
La espeluznante historia fue registrada en las redes sociales por David Sheen, periodista y cineasta canadiense que reside en Israel.
“Una simple búsqueda en Twitter de la palabra ARAVIM (árabe, en hebreo), genera una larga lista de mensajes de jóvenes israelíes haciendo un llamado por la limpieza étnica del país”. Así empieza la historia “Terrifying Tweets of Pre-Army Israeli Teens” (Aterradores trinos de adolescentes israelíes, próximos a prestar servicio militar”), escrita y divulgada por Sheen.
El periodista encontró numerosos tuits con comentarios cargados de odio y mensajes racistas, al igual que llamados al genocidio, la muerte y tortura de los árabes palestinos. Todos los tuits fueron escritos por jóvenes israelíes de ambos sexos, pero sorpresivamente un gran número provenían de jovencitas. David Sheen procedió a traducir los mensajes al inglés y los trinó en su propia cuenta de twitter , añadiendo el link del trino original, el nombre del usuario del autor y el hashtag #ZionStandUp. Además, Sheen anexó la imagen del perfil de cada una de las autoras, con el fin de mostrar que se trataba de niñas “comunes y corrientes”.
Los tuits del periodista canadiense se reproducen a continuación, con la respectiva traducción al español:
“Muerte para estos malditos árabes”.
“Les deseo una muerte dolorosa a los árabes”.
“Desde el fondo de mi corazón, deseo que les prendan fuego a los árabes”.
Lo grave del caso es que estas adolescentes pronto prestarán servicio militar y empuñarán fusiles: Israel es el único país del mundo donde las mujeres prestan servicio militar obligatorio.
La situación de Israel tiene profundos matices políticos y sociales. La misma sociedad israelí se encuentra dividida frente a la situación en Gaza (quienes se oponen son considerados “de izquierda”), pero la mayor parte apoya la decisión de los ataques del Estado de Israel hacia los palestinos.
Dicho segmento de la población tiende a tener una mirada fascista (como la de estas jóvenes), producto del extremo nacionalismo del sionismo político (más que del judaísmo religioso y cultural). Lo que sí es cierto es que estas imágenes muestran un aspecto cotidiano de la guerra, una realidad que pocas veces los medios cuentan.
(Tomado del diario israelí Haaretz y Palestina Libre . Versión de Cubadebate)
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