La segregación racial era a mediados del siglo pasado en Estados Unidos un concepto tan específico como espantoso
15.08.2014 | 05:47
Luis M. ALONSO
Segregación era todavía a mediados del siglo pasado en Estados Unidos un concepto muy específico y bastante espantoso de la llamada civilización. Significaba que un negro no podía entrar en un restaurante de blancos, frecuentar las escuelas de estos últimos, probarse una chaqueta en una tienda de ropa, rozar la mano de la cajera al pagar su compra, beber en la misma fuente que otros en los parques. Un negro no podía dirigirse a un blanco, sólo responder; tampoco sostenerle su mirada. Los negros debían ocupar las últimas filas de asientos de los autobuses, su música no era retransmitida por las emisoras de radio; si viajaban disponían de un librito con indicaciones de los lugares dónde podían repostar gasolina o los hoteles en que alojarse.
Naturalmente eran muy pocos los afroamericanos que osaban acudir a votar en unas elecciones. En la guía telefónica los nombres de los negros aparecían seguidos de la abreviatura col. (coloured) del mismo modo que los nazis señalaban a los judíos con la estrella de David. Los negros no testificaban en los tribunales, los matrimonios mixtos estaban prohibidos y resultaba impensable que un colouredviviese en un barrio poblado por blancos.
Esta peculiar interpretación de la convivencia estaba en vigor a principios de la década de los sesenta, cuando estados Unidos, el país más rico del mundo, representaba los valores de la libertad y de la democracia frente al comunismo, y John F. Kennedy se hallaba a punto de ser elegido presidente.
El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks, una mujer afroamericana de 42 años que trabajaba como costurera, se había subido a un autobús en Montgomery (Alabama) para volver a casa desde el trabajo. Se sentó justo detrás de las diez plazas reservadas para los blancos. Cuando el último de ellos entró en el autobús el vehículo se encontraba ya totalmente ocupado. El conductor, siguiendo la práctica habitual de la segregación, insistió en que los cuatro negros sentados justo detrás de los blancos renunciasen a sus asientos para que el recién llegado pudiera sentarse. Parks se negó en silencio a ceder su asiento. "Cuando tomé la decisión sabía que la fuerza de mis antepasados estaba conmigo", dijo más tarde. Fue arrestada, posteriormente condenada por violar las leyes de segregación y apeló ante el juez.
Los activistas locales de derechos civiles emprendieron un boicot al servicio que acabó convirtiéndose en una grave amenaza económica para la empresa y el dominio blanco en la ciudad. El boicot a los autobuses de Montgomery fue el detonante de una era de protestas masivas no violentas en favor de los derechos civiles, que concluiría nueve años después con la aprobación en 1964 de la ley histórica tramitada por Lyndon B. Johnson. El verano anterior, la marcha sobre Washington resultó una movilización decisiva. Martin Luther King empezó a repetir la palabra "ahora". Tras la aprobación de la Cámara el proyecto del ley para terminar con la segregación racial había encontrado, tras un debate de 60 días y 14 horas, probablemente el más largo de la historia parlamentaria, una férrea oposición filibustera en el Senado encabezada por Robert Byrd, senador de Virginia Occidental, demócrata y ex miembro del Ku Klux Klan. Byrd, que apoyó la campaña bélica de Vietnam, volvería a los brazos de los derechos civiles para oponerse a la guerra de Irak antes de su muerte en 2010.
Cincuenta años después, el hijo de una blanca y un keniata ha pasado a la historia como el primer presidente negro de Estados Unidos y cumple un segundo mandato en la Casa Blanca. Incluso aquellos que creen, con motivos, que la igualdad racial es aún un sueño en el país más poderoso del mundo podrán pensar también que algo ha cambiado. Incluso los que no olvidan cómo George W. Bush utilizó un gel desinfectante de la marca Purell para lavarse la mano que estrechó de aquel joven senador de Illinois que recibió en la Casa Blanca, sin atreverse a imaginarse que tres años más tarde le sustituiría en el despacho Oval.
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