domingo, 24 de junio de 2012

El hombre

Hace poco decidí agregar a mis alertas automáticas un motor de búsqueda WEB con el nombre de “El hombre” pensando, como buena optimista sin remedio, que obtendría resultados interesantes, educativos y hasta filosóficos. 

Los resultados que obtuve fueron: “Detenido el hombre que roció a su mujer con ácido sulfúrico”, “Hombre roba Dalí de galería en Nueva York”, “Se entregó el hombre que apuñaló a una contadora”, “Absuelto por falta de pruebas el hombre que estaba acusado de violar y maltratar a su esposa durante 52 años”… y podría seguir pero no vale la pena.

Parece sacado del diario de un miserable venido a menos, que sigue en este mundo porque simplemente los malos duran más o porque cree que el suicidio es algo sucio y dramático que las novelas han idealizado pero que el Internet finalmente ha colocado en su sitio.

La antropología cristiana siempre ha tratado de significar la absoluta singularidad del ser humano manifestando que el hombre “es” y no sólo “tiene” alma. 

Todo se cae. El hombre es complejo. Leo estos titulares que me dejan al borde del vómito, y sólo puedo pensar que el hombre sólo ha sido un mono que ha tenido éxito.

También recibí la siguiente información: “El hombre que hizo hablar a Juan Rulfo”, “Cristiano, el hombre orquesta de Portugal, lo dejó en semis”, “Alan Turing, el hombre que quiso saber si las máquinas pensaban por sí mismas”, “El hombre es la nueva mujer: cómo reconocerlos”, “¿Puede el hombre producir leche humana?”… 

Entonces…¿Qué es el hombre? Un ángel venido a menos, un espíritu degradado, un animal optimizado… 

Esta es la pregunta primera y principal de la filosofía. 

¿Cómo contestarla? La respuesta puede hallarse en el hombre mismo, o sea, en cada individuo. 

Pero, ¿es correcta? Al plantearnos la pregunta de qué es el hombre queremos decir en realidad: ¿qué puede llegar a ser el hombre? O sea, si el hombre puede dominar su destino, puede "hacerse", puede crearse una vida. Entonces, el hombre es un proceso, y precisamente el proceso de sus actos. 

En la República de Platón, cada cosa ocupa un lugar establecido en una jerarquía donde cada cosa está determinada, a excepción del hombre, quien resulta ser el ser inacabado en la “decoración” del mundo hecha por Dios. En ese universo armonioso y diseñado por el gran arquitecto aparece un “huésped” que lo distorsiona: el hombre. 

“Sin posesión, sin patrimonio, sin territorio, aparece como el paria de la creación, tiene todas las trazas del proletario” (Eugenio Trías, El artista y la ciudad, p.75)

El hombre es el único ser que ha sido estudiado por muchos e ignorado por casi todos; tal vez la pregunta no debe ser tan general, podría ser ¿quién soy? en la medida que respondo a esta interrogante, es en la medida que llego a la verdad, que es el fin de la reflexión...

Al autopreguntarnos sobre quiénes somos, es cuando llegarán más luces para entender y entendernos, pues para qué tanta abstracción, si no nos conocemos a nosotros mismos. 

El principio de la sabiduría está en lo que dijo Sócrates: conócete a ti mismo… el hombre se conoce mejor por medio de la inducción. 

El hombre es en síntesis el gran camaleón, modifica su entorno y con él a sí mismo, es el ser que se autodetermina y nunca acaba de construirse, es aquel que puede obedecer voluntariamente y aquel que puede franquear sus límites, el hombre es también el gran misterio, la sorpresa que surge con la historia, el hombre es nada y por eso lo es todo.



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