sábado, 23 de junio de 2012

Alberto Salcedo Ramos, el hombre del periodismo narrativo

23 de Junio de 2012

Autor: Jonathan Montoya García

El periodista Alberto Salcedo Ramos lanzó recientemente una nueva edición ampliada de su libro “El oro y la oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé”.
 

Salcedo Ramos considera que las redes sociales tienen la ventaja de ayudar a visibilizar el trabajo del escritor, pero que nos envanecen, dispersan y sacan a flote lo peor del humano: la vanidad.
 


Alberto Salcedo Ramos toma café con azúcar. Una, dos cucharaditas. Se sienta con desparpajo y habla. Tiene un tono de voz fuerte, que resuena. Lo que escribe también tiene su tono, el que cultivó leyendo ficción; así aprendió trucos del arte narrativo, formas de contar historias, de manejar los ritmos al narrar. Tiene sus referentes, Gay Talese y Juan José Hoyos, a quien considera el gran maestro del periodismo narrativo en Colombia en los últimos 40 años. Alberto Salcedo Ramos cuenta los episodios con los que se ha tropezado en su vida. Según él, no sirve para otra cosa más que para narrar historias. El arroz se le quema, cuando era niño sumaba dos más dos y le daba siete, combinaba el azul con el amarillo y se formaba el morado, en las clases de química se aburría tremendamente, le costaba mucho trabajo fijarse en algo que no le interesaba, ni los fenoles ni los alcoholes tenían que ver con él, las historias sí.

-¿Qué más cuenta en esta nueva edición de la historia de Kid Pambelé?

“Cuando yo publiqué esa historia me quedaron inquietudes acerca de Kid Pambelé, un personaje con mucho mundo encima, mucha vida, muchos viajes, muchas leguas de camino en la suela de los zapatos. Esa primera edición la terminé un poco angustiado por el plazo de entrega, además quedé con la amarga sensación de que me faltó contar algunas cosas, entonces lo que hice fue pagarme esa deuda, pagársela al personaje, a mi oficio y a los electores. La nueva edición tiene diez capítulos, igual que la de antes, pero tiene muchos pasajes nuevos dentro de esos mismos capítulos. Refuerzo la historia de la estadía de Pambelé en un hospital siquiátrico de Cuba, hablo mucho más de las peleas emblemáticas de él, cuando ganó el título y el contexto de ese momento, cuando lo perdió por primera y segunda vez, hablo sobre cómo era el periodismo deportivo en esa época y hablo de algunas anécdotas divertidas de Pambelé. También incluimos varias fotos nuevas de un gran valor documental que no se conocían en Colombia, las encontramos en El Nacional de Caracas porque Pambelé hizo gran parte de su trayectoria como boxeador en Venezuela, allá lo forjaron”.

-¿Antes de escribir usted tiene estructuras, borradores?

“Me gusta planear la historia, yo hago el trabajo de campo y cuando considero que ya tengo todas las piezas reunidas me pregunto cuál es la forma más apropiada para ensamblarlas, cuál es el posible tono que va a tener mi historia, cuál es la ruta de viaje que voy a seguir, dónde voy a empezar y dónde voy a terminar, qué habrá entre esos dos extremos, el principio y el fin, en qué tiempo cuento la historia, si en presente o en pasado, cuál es el punto de vista que voy a manejar.
Todas esas reflexiones parten de una valoración de los datos y de la historia. Yo he dicho varias veces que uno de los consejos más útiles que me han dado, es del escritor argentino Adolfo Bioy Casares, quien decía que un narrador debe aprender a contarse la historia él mismo, porque uno no puede contarle a los demás lo que no se ha contado a sí mismo, contársela es planearla, es enriquecerla”.

-¿Cómo hace su trabajo de campo para escribir?

“El trabajo de campo es un ejercicio de paciencia. Así lo entiendo yo. La crónica no es un género ni para impacientes, ni para hacer periodismo turístico, ni para los que creen que pueden llegar donde los personajes una sola vez a hacer unas cuatro o cinco preguntas e irse para su casa impunemente a ver qué escribe. La crónica es un género que demanda mucha inmersión en la vida de los personajes, estar atento a lo que dicen y a lo que hacen. A mí me gusta acompañar los personajes, estar mucho tiempo con ellos, verlos en sus espacios habituales, y no solo entrevistarlos, no solo cazar sus testimonios, sino ver cómo son ellos cuando están en su cotidianidad, cuando están en sus sitios de trabajo, cuando interactúan con sus semejantes”.

-¿Un personaje es auténtico cuando sabe que alguien lo está acompañando para conocerlo?

“Mark Kramer dice que ‘la mayor aspiración de todo buen reportero es convertirse en parte del paisaje’. Hay un momento en que uno llega donde el personaje y es el intruso, como diríamos coloquialmente, el metiche, el entrometido, el parche en el ojo, el mosco en la sopa, lo que disuena, lo que desentona; pero eso sucede cuando estamos recién llegados. Después uno sigue yendo, interactuando con el personaje, el personaje se relaja y como dice Mark Kramer, nos volvemos ‘parte del paisaje’. Entonces en ese momento nuestro oficio se hace más interesante porque ya no estamos frente a un hombre que posa para la foto, sino frente a un hombre que vive su vida normalmente y nos deja ser testigo de ella”.

-¿Siente algún compromiso con el lector cuando escribe?

“El compromiso es con mi oficio, hacerlo con mucho respeto, profesionalismo y rigor. No pienso en el lector, pero a veces pienso en algunos lectores que conozco. Escribo ciertos párrafos y sin proponérmelo, de manera espontánea, se me viene a la mente el rostro de algún amigo que sé que se reconocerá en ese texto, va a entender que hay una conexión y va a saber que pensé en él cuando lo escribí. Finalmente, cuando se hace un buen trabajo, el lector lo agradece y entiende que uno, aunque no se haya puesto encima la losa del compromiso, sí pensó en él porque dio su mejor esfuerzo para que se sintiera a gusto leyendo”.

-¿Cuándo vibra un texto?

“Cuando es honesto, sincero, cuando lo que dices te sale de adentro, cuando no lo redactas sino que lo escribes, cualquiera redacta, escribe solamente el que sabe escribir. Un texto vibra cuando le haces más caso al corazón que a la cabeza, porque la cabeza calcula y el corazón no”.

-¿Percibe un boom de la crónica en Latinoamérica?

“Se acaban de lanzar dos libros: “Mejor que ficción” y “Antología de crónica latinoamericana actual”, además de esto, el suplemento cultural Babelia del periódico El País de España, hizo un número dedicado a la crónica hablando del trabajo que se está haciendo en Latinoamérica. Estas tres publicaciones coinciden en que en estos momentos, la mejor literatura que se está haciendo es la literatura de creaciones de no ficción. Son los que están nombrando el mundo de una manera más sugerente, más ambiciosa desde lo estético y lo narrativo. Esta tesis puede ser discutible, yo no la creo del todo, pero me parece que sí hay un boom de narradores en el periodismo que están contribuyendo a mejorar la forma, a dejar un testimonio más lúcido sobre la realidad de nuestros países”.
 
El periodismo en las universidades
 

Dice Alberto Salcedo Ramos: "las facultades de periodismo quedaron sacudidas cuando se presentó el incidente del profesor que renunció agobiado por el mal nivel que tenían los estudiantes, una dificultad con la que se estaba enfrentando que le terminó generando una crisis con su oficio. Ese momento era apropiado para dar un debate de fondo sobre la calidad de las facultades de comunicaciones, pero desgraciadamente hubo mucha histeria, mucha rabia y pocos argumentos. El debate se colombianizó, hubo más ganas de irse contra el otro que de oír sus argumentos para ver de qué manera ese debate generaba un mejoramiento de la calidad de la educación para quienes estudian periodismo".


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