martes, 28 de abril de 2015

Los cambios de estación: ciclos naturales de la vida

Un cambio de estación, especialmente cuando comienzan los meses de frío, puede afectar de manera negativa el estado de ánimo. Son los ciclos naturales de la vida, que muchas veces no se perciben por el ritmo de vida cotidiano. En ocasiones nos sentimos con cierta apatía, cansancio o desánimo, aunque solamente puede durar algunos días.


El ciclo de las estaciones puede describirse desde muchas ópticas y perspectivas. Un cambio de estación, especialmente los meses de frío, tienden a afectar de manera negativa el estado de ánimo. Cuando se presentan estos síntomas no hay que preocuparse, ya que es normal y solamente dura algunos pocos días.

Quienes vivimos en las grandes ciudades hemos perdido la percepción interna de los cambios de estación. Nuestra vida cotidiana ha teñido definitivamente nuestra conexión con la naturaleza, lo más significativo de cada estación acaba reducido a si padecemos alergias, si hace más o menos frío/calor que el año anterior o si se usa el color rojo. Sin embargo, esta conexión existe, y tal vez escucharla sea una manera de entender algunas de las sensaciones que experimentamos.

El otoño es época de transición entre el verano y el invierno, hay una paulatina disminución de las horas de luz solar y esto supone un cambio de rutinas.

Se reduce la posibilidad de realizar ciertas actividades en exteriores, debemos reorganizar nuestros horarios, estación también de "la vuelta al cole" con la que también aparecen los cambios de ritmo, las prisas.

En ocasiones nos sentimos con cierta apatía, cansancio, desánimo o lo contrario, con ansiedad o tensión. Cada vez son más los especialistas que aseguran que un cambio de estación, especialmente en otoño e invierno, tienden a afectar de manera negativa -del invierno a la primavera, lo que se observa en la mayoría de las personas es que las tienden a sentirse más animadas y alegres, debido fundamentalmente al aumento de luz solar y a la mejora del clima-, ese cambio repercute directamente en el estado de ánimo de las personas, debido a que el organismo experimenta ciertos cambios hormonales como consecuencia de la disminución de la luz solar y de la llegada de una época más fría y algo más oscura.

Pero no hay que preocuparse si durante los primeros días tras el cambio de estación nos sentimos un poco tristes. Es normal, e irá desapareciendo de forma paulatina.

Tal vez, si entendiéramos el ciclo de las estaciones con profundidad, veríamos que tanto el otoño y más profundizado durante el invierno, reflejan un estado de interiorización, de revisión interior necesaria para que en la primavera todo florezca de nuevo, tal como sucede en la naturaleza. Visto así, el invierno se convierte en una estación especialmente atractiva, el frío no permite salir tanto de casa y los ratos en el hogar se prolongan. Oscurece antes y muchos días, llueve. A nivel psicológico simboliza una etapa de final previa a un renacimiento, que llegará con la primavera.

Final de un ciclo

Es una alegoría de la revisión al final de un ciclo. En la primavera nacemos y florecemos, en verano nos expandimos y vivimos en pleno apogeo, en otoño salimos de esa máxima expansión para vivir una etapa más calmada y de disfrute de los frutos cosechados, para acabar llegando al invierno en que todo queda sin florecer, y muere simbólicamente para que se pueda renacer una vez más al poco tiempo. Es evidente que no nos permitimos ese ciclo a nivel interno soportando sin desesperar esos días de tristeza que el organismo y el ánimo necesitan para reacomodarse frente a la nueva estación.

Fuente: Diario Popular Vida 

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