A Tajo Abierto
Leyendo lo que se está escribiendo en los medios se percibe el
desconocimiento de lo que ocurre en el mundo rural por la gran mayoría
limeña.
“Una vez más un proyecto minero ha convertido al Perú en escena de enfrentamientos sociales”
(Ian Vásquez). ¿Existe una paz y armonía envidiables, por ejemplo en
las ex haciendas azucareras, que tienen administradores judiciales, o en
Andahuasi?
“Establecer derechos de propiedad privada al subsuelo sería una
reforma social de largo alcance, beneficiaría directamente a los
campesinos propietarios, y reduciría la violencia social” (Enrique
Ghersi). Hace más de veinte años que se exige la autorización previa
del propietario del terreno superficial para obtener la licencia
ambiental para explorar o para explotar yacimientos mineros.
“Las empresas mineras deben otorgar acciones a los ciudadanos y miembros de la comunidad directamente afectadas por su negocio”
(Ian Vásquez). Nunca una comunidad lo ha planteado, porque en nuestro
país la actual generación de agricultores es bastante escéptica en
integrar cualquier tipo de asociación. El recuerdo del desmanejo de las
“cooperativas agrarias” todavía está presente. El Minagri ha promovido
la asociatividad en los agricultores como una manera de mejorar sus
rendimientos sin mayor resultado. Además, el balance de impactos de la
minería es siempre positivo, por una mejor infraestructura construida
por la minera.
“La superficie dedicada al arroz, un cultivo que insume ingentes
cantidades de agua, aumentó en 25% entre 2004 y 2013, en los principales
departamentos mineros (Áncash, Cusco, Arequipa y Cajamarca)”
(Iván Alonso). El cultivo de arroz es por sumersión. Se cultiva en el
mundo en regiones donde llueve más de 500-700 mm al año. Pero en el
valle del Tambo, en la costa desértica, donde el río no trae agua entre
octubre y diciembre, se siembra.
“Puede haber preocupaciones legítimas sobre el tratamiento de
aguas residuales, sobre las emisiones de gases, sobre la disposición de
relaves. Para eso justamente están los estudios de impacto ambiental” (Iván Alonso). Corrección: para eso está la OEFA, que fiscaliza el desempeño ambiental.
El desmanejo de las cooperativas agrarias ahora se ha trasladado a
las juntas de usuarios, que se encargan de administrar la
infraestructura hídrica, sin ser una institución pública. El Congreso
dio una ley (30157) y estableció padrones revisados por el ANA, y
elecciones supervisadas por la ONPE. Las actuales directivas no aceptan
estos cambios. Sus dirigentes son los líderes que no sólo se oponen a
proyectos mineros como Tía María, sino que también dificultan cualquier
proyecto de nuevas irrigaciones, centrales hidroeléctricas, mientras se
sigue malgastando el agua.
“Necesitamos mesas de información” (H. de Soto)… Correcto!
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