Cuando miro por la ventana, cuando surgen algunas palabras, ahí hay un cuento. En la calle hay un cuento. Se me ocurren los cuentos más sensacionales cuando estoy a punto de dormirme. Como decía O. Henry, el sensacional cuentista norteamericano: en todas partes hay un cuento. Yo creo lo mismo, hay cuentos en todos lados. No necesito empujarlos, salen solos”.
Quien afirma y descubre historias en el devenir
cotidiano es una de las narradoras fantásticas más importantes de habla
hispana: la escritora Angélica Gorodischer. Esquiva de lo ceremonioso y
solemne, con sus 87 años y su vida anclada en la ciudad de Rosario, el
sentido del humor y la ironía son sus cartas de presentación.
El punto de encuentro de esta charla es “Otras vidas”,
su libro de cuentos que saldrá a la venta el próximo 8 de mayo como
parte de la colección “Dos Ríos” de Editorial Palabrava y que cuenta con
la distribución del diario El Litoral (ver recuadro). Se trata de un
libro con diez cuentos donde las mujeres toman la posta en las
historias. Hay en ellos multiplicidad de voces, de escenarios, de
conflictos, de secretos, de idas y vueltas de la vida y de la muerte.
LAS IDAS Y VUELTAS
“Otras vidas” se suma a los más de 30 libros de cuentos
y novelas que escribió Angélica, muchos de ellos traducidos a varios
idiomas y merecedores de prestigiosos premios en todo el mundo. Su
inclinación hacia el feminismo invita a descubrir personajes de mujeres
que se erigen en este libro. “Son episodios de vida que antes no he
tratado, tesoros ocultos que tienen esas mujeres. Siempre me he sentido
más cómoda con los personajes femeninos, y aquí sigo contando”.
El texto que inaugura los cuentos es “Jacoba, viento y
escoba”, donde la autora se zambulle en la experiencia de saberes
milenarios que porta una abuela india, salteña, muerta a los 97 años,
admirada por su nieta. Jacoba está atravesada por la sabiduría: “Es una
cosa que me interesa mucho. Esa edad proyecta en la que se supone pensar
en ‘¡ay pobrecita, la abuelita!’, y resulta que muchas de esas mujeres
tienen un tesoro que no se ve a primera vista y eso es lo que me
interesa. Esta chica Lorena, la nieta, se da cuenta de que Jacoba tiene
algo y está atraída por esa mujer que se sienta ahí, silenciosa y que
fuma. Es una cosa muy extraña. La vieja Jacoba tiene en su vida mucha
más influencia que su propia madre”, explica.
“Una mujer notable” relata un episodio, de los tantos
que hoy abundan, de violencia de género en el ámbito familiar pero con
un desenlace singular. Ante la violencia machista, no hay una actitud
justiciera sino que el personaje decide transitar por el camino de la
magia para eludir un desenlace que hubiera podido costarle la muerte.
“Viene a ser como una burla a esas opiniones de que las
mujeres somos totalmente distintas de los varones, entonces unos tejen y
otros certifican. Ninguna de las dos cosas. Soy feminista, por
supuesto, y peleo por los derechos de las mujeres. Pero también
reconozco que hay mujeres estupendas y hay mujeres que mejor perderlas
que encontrarlas (risas)”, revela y agrega: “Tomo eso un poco de los
pelos, lo tironeo un poco de varios puntos y fundo una nueva especie de
mujeres. ¿No será que entre las mujeres que vemos todos los días a
nuestro alrededor hay mujeres especiales de las que no nos damos cuenta
de que pasa algo con ellas? El cuento cuenta cosas que vemos todos los
días y de repente ella se dice a sí misma ‘bueno morite’ y lo hace para
salvarse. Es ahí cuando en esa punta hay algunas mujeres que son
distintas”.
El monólogo “El jardín del Edén” es un rezo de alguien
hacia Dios, con reflexiones sobre las cosas buenas y malas de la vida.
Tomando como recurso narrativo la ausencia de puntuación, el texto es
una catarata que impone al ritmo de lectura. “Tuve una educación
católica hasta que un día me peleé con la Iglesia, me peleé con Dios, me
peleé con todo. Maduré un poco más y empecé a pensar que en el fondo lo
que yo tengo es un manojo de dudas. De todas maneras las dudas que yo
me cuestiono con respecto a estos temas, todas tienen salida a través de
la narrativa”.
Este abanico es la puerta de entrada para recorrer
todos los cuentos que propone el libro. Es identificarse con algunos,
sorprenderse con otros, acordar o no, reír o imaginarse esas vidas. En
definitiva, la literatura que interpela y convoca a descubrir estos
mundos de ficción.
EL PLACER DE ESCRIBIR
“No escribo para ser famosa ni para ganar guita ni para
iniciar la revolución; yo escribo para escribir porque necesito
escribir, estar viva es escribir. La escritura es mi modo de vida y no
concibo la vida sin la escritura ni la lectura. Es decir, no concibo la
vida sin palabras que pesen en el mundo, que estén cargadas de
significado”, afirma contundente, poniendo énfasis en cada palabra.
“A los siete años ya supe que era escritora. A los
cinco empecé a leer y todavía no me detuve. Nací entre libros y los
libros fueron mi vida, mis juguetes, mi refugio, todo. Leyendo una
novela de aventuras: Las minas del Rey Salomón, me di cuenta de que eso
que estaba leyendo era lo que quería hacer. Tenía la convicción de que
era una escritora”.
- ¿Qué cosas de la vida cotidiana te motivan para la ficción?
- La vida real es una cosa fantástica si uno la mira
con ojos nuevos. La vida real así como nos cuentan algunos autores,
escritores y escritoras que escriben novelas de la vida real con un
éxito y una sabiduría bárbara, pero a mí eso no me interesa. A mí me
interesa lo inexplicable y la vida real está llena de cosas
inexplicables. Empezás a buscar los secretos de la vida real que son
realmente secretos y son inexpresables. A la vida cotidiana hay que
respetarla y mirarla con mucha atención.
- ¿Existe la escritura femenina?
- No, creo que es una clasificación más, y hay que
salirse de la literatura ideologizante. Hay textos escritos por mujeres y
hay textos escritos por mujeres que podrían haber sido escritos por un
varón y hay textos escritos por mujeres que tienen conciencia de género.
Creo que muchas de nosotras escribimos con conciencia de que somos
mujeres y de que estamos escribiendo desde el ser mujer. Y en eso yo
recurro siempre a lo que dijo Virginia Woolf, que tenía un poco más de
autoridad que yo para hablar de esto y decía: “No es que los varones
escriban sobre la guerra y las mujeres escribamos sobre los bebés, es
que cada género escribe sobre sí mismo”. ¡Qué tal! (risas). Y así es,
cada cual escribe desde su género y eso es maravilloso.
- ¿Cuáles son los conceptos de mujer que preferís construir?
- Escribo desde la conciencia de género, pero me
molesta lo estereotipado. No tengo un concepto de mujer. La mujer en mis
cuentos no es de una sola forma, la personalidad de cada una está
desdibujada previo a la escritura. Realmente al personaje hay que
esperarlo, hay que dejarlo hablar. El personaje abre la puerta, entra y
me dice algo. Escribo desde la narrativa fantástica y desde lo que pide
cada historia.
- ¿Qué consejo le darías a los escritor noveles?
- Alguien que quiere escribir tiene que leer mucho. No
creo que sea nadie para dar consejos pero para los escritores jóvenes
sólo puedo decirles que hay que quemarse las pestañas leyendo. Y no sólo
literatura, sino de todo, desde la botánica hasta mecánica cuántica
(risas). Que lean todo lo que les caiga a las manos. Y lo que no les
cae, que lo consigan. Hay que leer y leer de todo.
COMO DOS RÍOS DE PALABRAS
La editorial Palabrava, creada por las escritoras
Alicia Barberis, Patricia Severín y Graciela Prieto Rey, surgió en enero
de 2012 con un sueño: revalorizar el trabajo creativo, difundir la obra
de autoras y autores de Santa Fe y multiplicar el deseo de leer.
Buscando que el libro llegue a todos los lectores, la
editorial inauguró su camino de la mano de diario El Litoral, con la
colección “Las cuatro estaciones de la palabra”, que ofreció ocho
títulos de autoras y autores de la provincia a lo largo de dos años.
A partir de 2015, la nueva colección de Palabrava
junto al diario El Litoral es “Dos Ríos”, que se concibió como una
entrega anual de dos obras, con salida simultánea. En este caso, de una
autora de amplia trayectoria: Angélica Gorodischer, de la ciudad de
Rosario, y de un autor novel: Jerónimo Rubino, de la ciudad de Rafaela.
Dos energías, dos miradas, dos estilos, dos géneros,
confluyen en estos “Dos Ríos” e invitan a navegar estos maravillosos y
personales universos. Las portadas de los libros de esta nueva colección
están engalanadas por artistas plásticos de Santa Fe. En el caso del
libro de Angélica, pertenece a la artista plástica Nydia Andino. Y en el
caso de Jerónimo, a Adolfo Previderé, de la ciudad de Rafaela.
ESCRIBIR DESDE EL INTERIOR
Más allá del reconocimiento internacional, su vasta
trayectoria y su dato de nacimiento en Buenos Aires, Angélica
Gorodischer es una escritora rosarina, que vive su ciudad a pleno y se
nutre de ese ámbito para su escritura. Su personalidad activa,
emprendedora y curiosa hace que lo cotidiano sea transitar las calles,
charlar con la gente, participar en programas de radio y televisión.
Rosario es su casa, su abrigo y su espacio productivo.
“Si yo viviera en Buenos Aires, no escribiría, porque
hay tantas cosas que te tironean, teatro, cine, conferencias, cursos,
conciertos, amigos, que probablemente no tendría tiempo. Vivir en las
provincias puede ser una desventaja porque Buenos Aires concentra todo e
irradia todo, pero por otro lado, te ofrece otros tiempos que te
permiten producir. Rosario es una ciudad en escala. Hay buena oferta
cultural pero no te enloquecen. Si bien he escrito cosas geográficamente
lejanas, hace mucho tiempo que estoy escribiendo sobre Rosario”.
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