02 de Abril del 2015
El tweet de la Guardia Civil
equiparando la violencia de hombres contra mujeres y de mujeres contra
hombres ha podido ser más o menos desafortunado, pero las reacciones
demuestran que el feminismo está mucho más interesado en su propaganda
que en erradicar la violencia. A la violencia, cuando le pones
adjetivos, siempre la acabas frivolizando, parcializando y por lo tanto
legitimando.
El feminismo está más en contra del machismo que de la violencia, y más en contra del macho que del machismo. Las leyes que proponen van inequívocamente en este sentido: en el determinismo de considerar al macho un agresor en potencia; en privar al hombre, por el mero hecho de ser hombre, de las más elementales garantías judiciales. Es inconcebible que algunas de ellas piense aprobarlas el Partido Popular.
El feminismo orgánico defiende más a las feministas que el auténtico progreso de la mujer en la sociedad, tal como el sindicalismo defiende a los sindicalistas mucho más que el afán de mejorar de los trabajadores honrados mediante el esfuerzo y la meritocracia. ¿Qué son las cuotas sexistas si no un coladero de mediocres? ¿Qué son los convenios colectivos si no una coartada para el holgazán y una humillación para el empleado brillante que se esmera y cumple?
La violencia es el problema. Cualquier violencia. Y las medidas para erradicarla no pueden ser de ninguna manera el linchamiento legal de nadie, y menos de todo un género. Un hombre no puede ser sospechoso por ser hombre. Un hombre no puede ser detenido por cualquier denuncia, sin la menor comprobación de si es cierta. Un piropo no puede ser considerado una agresión. Un padre no puede ser separado de sus hijos por nada que no haya hecho directamente a sus hijos.
Tal vez la Guardia Civil no haya estado acertada con su tweet, por el que en cualquier caso ya se ha disculpado. Pero en este ámbito concreto, en España no tenemos un problema. Tenemos dos problemas. El problema de la violencia y el problema de la reacción a esta violencia, que en lugar de ser justa es vengativa, y que en lugar de dirigirse a los delincuentes abre una causa general contra todo el género masculino, criminalizándonos por la culpa original de ser hombres, privándonos de nuestros derechos más fundamentales, como la presunción de inocencia y la libertad de expresión; y finalmente nos condena a ser ciudadanos de tercera categoría, convirtiendo nuestras garantías procesales en una broma y nuestra paternidad en un juguete en manos de cualquier madre resentida.
El feminismo no es una causa. Es un totalitarismo, y como todo totalitarismo, un proyecto de supremacía.
El feminismo está más en contra del machismo que de la violencia, y más en contra del macho que del machismo. Las leyes que proponen van inequívocamente en este sentido: en el determinismo de considerar al macho un agresor en potencia; en privar al hombre, por el mero hecho de ser hombre, de las más elementales garantías judiciales. Es inconcebible que algunas de ellas piense aprobarlas el Partido Popular.
El feminismo orgánico defiende más a las feministas que el auténtico progreso de la mujer en la sociedad, tal como el sindicalismo defiende a los sindicalistas mucho más que el afán de mejorar de los trabajadores honrados mediante el esfuerzo y la meritocracia. ¿Qué son las cuotas sexistas si no un coladero de mediocres? ¿Qué son los convenios colectivos si no una coartada para el holgazán y una humillación para el empleado brillante que se esmera y cumple?
La violencia es el problema. Cualquier violencia. Y las medidas para erradicarla no pueden ser de ninguna manera el linchamiento legal de nadie, y menos de todo un género. Un hombre no puede ser sospechoso por ser hombre. Un hombre no puede ser detenido por cualquier denuncia, sin la menor comprobación de si es cierta. Un piropo no puede ser considerado una agresión. Un padre no puede ser separado de sus hijos por nada que no haya hecho directamente a sus hijos.
Tal vez la Guardia Civil no haya estado acertada con su tweet, por el que en cualquier caso ya se ha disculpado. Pero en este ámbito concreto, en España no tenemos un problema. Tenemos dos problemas. El problema de la violencia y el problema de la reacción a esta violencia, que en lugar de ser justa es vengativa, y que en lugar de dirigirse a los delincuentes abre una causa general contra todo el género masculino, criminalizándonos por la culpa original de ser hombres, privándonos de nuestros derechos más fundamentales, como la presunción de inocencia y la libertad de expresión; y finalmente nos condena a ser ciudadanos de tercera categoría, convirtiendo nuestras garantías procesales en una broma y nuestra paternidad en un juguete en manos de cualquier madre resentida.
El feminismo no es una causa. Es un totalitarismo, y como todo totalitarismo, un proyecto de supremacía.
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nachovm70 03.abr.2015 | 11:13
#44
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GMolina 03.abr.2015 | 11:19
#45
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daneel_olivaw 03.abr.2015 | 13:33
#46
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cercano 03.abr.2015 | 17:18
#47
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un_imparcial 03.abr.2015 | 18:26
#48
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quisquillon 03.abr.2015 | 19:19
#49
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Falconeti69 04.abr.2015 | 10:12
#50
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luislucia 04.abr.2015 | 13:23
#51
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