jueves, 12 de enero de 2012

Cuatro placeres por día

Según una coaching emocional internacional, el mejor remedio para todas las enfermedades es la sensación corta pero intensa de algo que nos hace feliz. Propone un tratamiento consciente de uno o dos años para curarnos de todos los males.

                La compañía Batchelors-A-Soup de Inglaterra encuestó a 3.000 británicos para preguntarles qué es lo que les aportaba más alegría a su día. Hubo sólo 50 respuestas repetidas y las dos primeras no llaman mucho la atención: una es que la mayoría de los británicos entrevistados aseguró que el mayor placer de la vida es pasar una noche completa durmiendo sin parar y despertar totalmente descansado y la otra, claramente compartida por muchos en todo el universo, es encontrar por casualidad al menos 10 libras (unos 16 dólares) en un bolsillo.

                La tercera respuesta fue la que detonó la sorpresa y nos permitirá reflexionar: fue considerada una alegría enorme estar en la cama y ser abrazado con cariño por alguien amado.

                La encuesta demuestra cuánto y cómo nos hemos olvidado de ser felices atrapados entre la vorágine de la vida moderna y el “deber ser” impuesto desde la cuna. Aunque entendemos racionalmente que la perfección no existe ni se puede alcanzar, vivimos en pos de lograrla, lo cual genera una continua frustración, baja la autoestima y todo, a nuestro alrededor se vuelve negativo, inclusive la visión que tenemos del mundo.

                El cuerpo nunca está contento con la obligación y el deber, si se lo escucha, sabremos que no está feliz, que se reseca y no puede dar nada de manera positiva. En cuanto al amor, ¿cómo amar al otro si uno no se ama, si está todo el tiempo frustrado entre el deber y la obligación? Evelyne Bissone Jeufroy, psicóloga y especialista en coaching, en su libro “Cuatro placeres al día, ¡cómo mínimo!”, cita una frase de Françoise Dolto que explica muy claramente cómo los problemas psíquicos pueden generar desórdenes físicos, con estas palabras: “Nos ocurre somatizar, es decir, caer físicamente enfermos, con mayor o menor gravedad, porque todo en nosotros se rebela, aun cuando no lo sepamos, aun cuando la inteligencia acepte la difícil prueba. A través de la enfermedad nuestro cuerpo grita; este grito del cuerpo, que no se expresa en palabras, es la enfermedad, que a veces puede llevarnos a la muerte, si nadie lo escucha”.

UNA PÍLDORA DE FELICIDAD

                Si la carrera hacia la perfección enferma, los pequeños placeres de la vida son el remedio. Pero, antes que nada, debe entenderse el concepto. Actualmente, muchos relacionan el placer con el escape que producen las adicciones (“a mí lo único que me da placer es comer un kilo de helado sin parar”). Esto no cura, sino que enferma porque tanto la compulsión a comprar y gastar como las adicciones que llevan a dependencias (juego, alcohol o la mayoría de las drogas de todo tipo) sólo son una válvula de escape frente al exceso de estrés o una pérdida de referencias.

                ¿De qué se trata entonces? De “estar en el placer”. Sencillamente instalarse en la alegría, apreciando conscientemente el instante presente, recargándonos de energía y ahuyentando la fatiga. Tomar conciencia de la luminosidad, los ruidos, los olores, los colores, caminando en medio de la naturaleza, yendo al cine, leyendo un buen libro, degustando nuestro plato preferido o sentándose a tomar un café en la terraza de una confitería llegan las emociones a través de los sentidos y produce de inmediato que la respiración, hasta ese momento superficial y corta, se expanda, se haga profunda y se aquiete. A partir de ese mínimo gesto, se dispara un mecanismo sanador que comienza con el descenso del estrés y llega a impactar en el sistema defensivo.

                La cuestión está en saber abrirnos a lo que estamos viviendo “aquí y ahora”, hasta casi volvernos uno con lo que se siente. Las emociones que nacen a raíz de esta experiencia son apacibles y, naturalmente, se sitúan en el momento presente. Cuando estamos en el placer, estamos fuera del tiempo. Esa cuota de paz que se le otorga al propio cuerpo es sanadora y tan valiosa como un verdadero tesoro.

EL MEJOR REMEDIO

                Rob Stacey, vocero Batchelors-A-Soup, dice que “no se necesitan grandes cosas para iluminar el día, algunos pequeños gestos pueden tener un gran efecto”. A veces, por la simpleza, no llegamos a entender qué es un placer sanador. Algunas de las respuestas obtenidas en la investigación pueden inspirar:

v  Dormir en una cama con sábanas limpias.
v  Encontrar una ganga en un negocio que nos haga sentir que conseguimos algo que deseábamos y que está al alcance de nuestro bolsillo.
v  Acurrucarse en el sofá con un buen libro y una taza de alguna bebida caliente en una tarde fría.
v  Cantar a grito pelado la canción favorita mientras se conduce el auto, sin importar lo que otros puedan pensar.
v  Despertar en una habitación con una vista impresionante que nos deje boquiabiertos y con ganas de vivir ese día de una forma especial.
v  El olor del pasto recién cortado.
v  Que nos sirvan el desayuno en la cama.

                Sin duda, no se trata de provocar estos momentos sino de registrarlos. Si nos da placer ir al cine, pero nos volvemos locos agendando un horario en el fin de semana para no perdernos el último estreno, eso no dará placer. Sentirnos felices es hacer consciente esa sensación gratificante que sentimos cuando salimos del cine después de haber visto una buena película sin esperar más que eso.

EL TRATAMIENTO

                En su libro, Evelyne Bissone Jeufroy propone iniciar un plan de salud con cuatro placeres al día como mínimo. Debe seguirse durante uno a dos años para que se transforme en costumbre.

¿CÓMO ES?

                1º. Se establece una lista de 25 a 30 placeres personales, de los que luego se extraerán los cuatro o más placeres diarios, preguntándonos “¿cuándo?”, “¿dónde?” y “¿con quién?” ponerlos en práctica. Las preguntas son fundamentales para que estos placeres y proyectos cobren forma y no queden sólo en un sueño, sino que se conviertan en realidad. La lista debe colocarse en un lugar donde se pueda visualizar fácilmente todos los días para no olvidarla, inclusive en los momentos de estrés o tristeza. Una vez que el cuerpo se acostumbra a recibir esos momentos de bienestar en forma cotidiana, no lo olvida y los echa de menos cuando no se los brinda.

                2º. Hay que tomar este plan como una especie de contrato celebrado con uno mismo que permitirá disfrutar de una sensación óptima de bienestar en la que intervienen los sentidos y se sitúa en un instante dado.

                3º. No siempre es sencillo encontrar el tiempo para su realización, a veces hay que buscarlo o hacerse los espacios. Es un modo de vivir que debe ser personal y acorde a cada uno. Para que se convierta en un acto de curación, no se debe esperar que el placer surja en forma pasiva sino hay que encararlo de una manera activa. Por ejemplo, si el deseo es conversar por teléfono con una amiga, no hay que esperar a que llame, sino tomar la iniciativa y hacerlo sin dilaciones.

                Volviendo a Françoise Dolto: “Siente lo que debes hacer, no mires a nadie y hazlo”.

                Porque la existencia es movimiento y cambio, trae placeres y dolores que son necesarios e inevitables. Vivir el instante presente disminuye particularmente el sufrimiento ocasionado por la mente que se obstina en el pasado o en el futuro. No es fácil liberarse, se requiere de una disciplina permanente y cansadora, porque la mente se ubica constantemente en el dolor, las carencias, los recuerdos y la angustia del futuro. Pensamientos que producen sufrimiento y que sólo el “aquí y ahora” es capaz de centrar en el lugar justo, para que podamos lograr en nosotros mismos la tan ansiada paz.

RANKING DE BIENESTAR

Entre los placeres más populares están los siguientes:

La música

Escuchar temas musicales, relajadamente, actúa sobre el estrés, que se reduce considerablemente. Aporta distensión, relajación, una respiración fluida y también puede ayudar a quienes tienen dificultades para dormir o concentrarse. Se recomienda música armoniosa y suave, cantos gregorianos, las sonatas, los coros, los instrumentos de viento que establecen cierta analogía con la respiración.

La risa

Es la expresión de una emoción que nos es muy valiosa, además de una onda que se extiende por todo el cuerpo y la totalidad de la musculatura. Activa varios mecanismos físicos: el ritmo cardíaco aumenta en el momento de reír, luego disminuye de manera duradera; las arterias y los vasos se dilatan y la presión arterial baja; los bronquios se abren más y aumenta la ventilación pulmonar. Por otro lado, permite la liberación de endorfinas. Tonifica el cuerpo y sus funciones.

La comunicación con alguien querido

El encuentro con el otro que genera una vibración de alma a alma, instaurando la plenitud y un sentimiento de felicidad. En la investigación citada se dieron estas respuestas: “Ponerse al día con un viejo amigo que no se ha visto por mucho tiempo”; “Comer un asado con la familia el domingo”; “Reunirse para mirar viejos álbumes de fotos”; “Almorzar con amigos”; “Charlar con amigos”; “Recibir una carta de un amigo”; “Quedarse observando a un bebé que duerme”; “Una sesión de mimos en casa”; “Comer la comida de mamá”. De algún modo, las respuestas reflejan que las personas, cuando relacionan lo placentero y agradable, lo vinculan a momentos pasados con seres queridos, donde reinan la paz y el cariño.

El poder del arte

En cualquiera de sus expresiones (pintura, escultura, arquitectura, música, danza, literatura, fotografía, etc.) genera emoción y asombro, a tal punto de acercar al ser humano, por medio de la belleza, a lo sagrado.

La sexualidad

El placer sexual apela a las emociones y a la sensualidad, despertando nuestros cinco sentidos. El deseo se hace más intenso cuando incluye la creatividad, la imaginación, la intuición, la capacidad de darse, tomar y entregarse. En síntesis, hablamos de un encuentro entre dos cuerpos, dos corazones, dos espíritus en un intercambio afectivo, una comunión, un compartir y un goce del que emana un gran amor por el otro.

Humor y absurdo

“Reír hasta llorar” potencia las reacciones orgánicas de una risa, que ya es beneficiosa. Pero otras situaciones (“despertar pensando que es un día de trabajo, para luego darse cuenta de que es fin de semana”; “estar en la cola más rápida en el supermercado”; “encontrar el lado frío de la almohada en una noche de calor” o “apretar con los dedos globos de aire en plásticos de embalaje”) producen una gran diferencia en la vida cuando se aprende a disfrutar de ellas sin presión y con tranquilidad.

ESPECIALISTA EN OBSTÁCULOS

                Evelyne Bissone Jeufroy es psicóloga y desde hace tiempo está volcada al coaching, al que define como terapias breves con Programación Neurolingüística para salir de situaciones complejas. En 2008, junto con la terapeuta Anne Ancelin Schutzenberger, escribió “Salir del duelo”, un libro que narra su propia experiencia de sufrir con su cuerpo que se enfermaba, la muerte de su hija.

                Su nuevo libro “Cuatro placeres al día ¡como mínimo!” (Grupo Santillana/Aguilar) también resultó parte de su propia vida: “Habiendo ella misma sufrido duelos y pruebas difíciles, Evelyne Bissone Jeufroy ha podido gracias al método de los cuatro placeres recuperar el gusto y la alegría de vivir. Ilustrado por múltiples casos con los cuales muchos se podrán identificar, la lectura de este libro es clara y simple”, reza la información de la edición francesa. También con nosotras compartió parte de lo que le sirvió usar los pequeños momentos para seguir adelante.
               

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