miércoles, 18 de enero de 2012

Mi ciudad

Todos los 18 de enero es cumpleaños de mi ciudad.  Ahora cumple 477 años.  También es ciudad milenaria.  Espero vivir lo suficiente y estar para sus 500 años.

Lima es diversa, es compleja.    Lima recibe a todo el mundo.  Aquí nos juntamos todos.  Y a veces no tenemos el amor ni el respeto que debiéramos tener por ella.  Por una ciudad que en el año 1991 fue declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.  

Lo cual no es un broche, ni una presea, ni una proclama.  Ese reconocimiento que nos da la UNESCO como patrimonio de la humanidad es una responsabilidad por los valores universales que tiene.  Lo más atractivo de este lugar es su mestizaje, su pluriculturalidad.  Lima es un crisol de naciones.   Lima no tiene rostro.

Es el paraíso terrenal a la orilla del mar.  Capital bañada por las aguas de un mar que la acaricia. 

Buen clima.  En Lima no hace calor, en Lima no hace frío.  En Lima no hay lluvias, en Lima no hay tormentas, en Lima no hay nieve.  “Panza de burro” en otoño.  Un mar que no se ve pero que se escucha en invierno.  Pero con un hermosísimo cielo azul y con un litoral fascinante en verano. 

Mejor comida.  La mejor del mundo, destino gastronómico de la tierra.

Es España traída acá pero de adobe y quincha.  Calidez y frescura.  Adobe noble verdadero, adobe que se adapta al clima.  Ciudad de tierra, de barro.  Muchos extranjeros se preguntan si los limeños sabemos que vivimos en un desierto atravesado por tres ríos, Lurín, Rímac y Chillón.  Tal vez sí, pero sin darnos cuenta.

Algo destruida por la estupidez de malos alcaldes y modernizada por algunos buenos.  Ciudad emergente y emprendedora. 

Lima tiene el santuario más importante de toda la costa del pacífico, desde Tierra del Fuego hasta Alaska no hay un centro de peregrinación que no haya perdido su condición hasta el día de hoy: Pachacamac.

Nunca he extrañado tanto a mi ciudad, como cuando tuve que trabajar en la Puna, en una fría mina de oro a 4,300 m.s.n.m.  Trabajo duro, mal clima, peor comida, buena paga.  Lejos de casa, de mi ciudad.  Recuerdo la alegría que sentía una vez que dejábamos la mina, cuando pasábamos Ticlio en una bajada rapidísima de 1000 metros más o menos y empezábamos a sentir el calorcito de Lima, aunque fuera invierno. 

Eso significaba una cosa: Ya estaba cerca de casa.  De mi ciudad.  De mi Lima.

Parada en un zaguán de una casona antigua viendo la tarde caer.  ¡Ese es el paisaje de Lima!

¡Feliz Aniversario, Lima!.

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