domingo, 3 de agosto de 2014

El lado oscuro de las ciudades también brilla

Por Dulce Xerach Pérez

Contribuir desde las páginas de este periódico a la comunicación sobre arquitectura, comportamientos y modelos de desarrollo sostenible, y a crear una cultura socioambiental que sea mejor cada día me lleva a escribir sobre los paisajes arquitectónicos de la novela negra.

El lado oscuro de las ciudades aparece reflejado en la literatura criminal de maneras muy diversas y casi siempre de manera realista, lo que refleja el afán de documentación sobre la realidad que muchos de los escritores de novela negra realizan con rigor.

Podríamos hablar en detalle de múltiples novelas y ciudades, como "Mitología de Nueva York", de Vanessa Montfort; Donostia, de Jon Lauko; Estocolmo, en la novela "Los hombres que no amaban a las mujeres", de Stieg Larsson; las ciudades de París y Grasse, de "El Perfume", de Patrick Süskind, o La ciudad de La Laguna de Mariano Gambín. Empecemos por la Suecia de Maj Sjöwall y Per Wahlöö y comparémosla con la Suecia de ahora, donde la arquitectura contemporánea de calidad acompaña a la mejora y diversidad de todos los índices del país.

Cuando Maj Sjöwall y Per Wahlöö nos describen la Suecia de los años 60 y 70 en sus novelas sobre el detective Martin Beck podemos ver una Suecia desconocida para los europeos del sur, pero por otro lado, un reflejo de gran parte de nuestros problemas de hoy día en España, Italia, Grecia.

Maj Sjöwall y Per Wahlöö describen, por ejemplo, cuando en 1967, se cometen una serie de asesinatos donde las víctimas son niñas. El caso surge justo en medio de otro de menor entidad, pero que estaba preocupando a la población sobremanera, el de un ladrón que atacaba de forma violenta a sus víctimas en los parques públicos de la ciudad. Estos escritores suecos siempre se caracterizaron por denunciar la pasividad de la sociedad sueca en la que vivían. Describen escenas burguesas que nos dejan el reflejo de una sociedad a la que no parece importarle mucho lo que le ocurra al otro.

En una de sus novelas, "Asesinato en el Savoy" (1970), la historia que cuentan se convierte en un pretexto claro para la crítica evidente de una sociedad sueca desgastada por el crimen. Su trama excelente sobre la corrupción y la brutalidad policial de la sociedad sueca de la época de los setenta nos enseña la vertiente más amoral de una sociedad en descomposición.

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