El 18 brumario de Nadine Heredia

Por Jorge Morelli - Expreso Digital

Mientras Aldo Mariátegui agradece el pragmatismo de la Primera Dama al haber logrado apartar al Perú de un destino fatal a manos del castrochavismo, Ricardo Vásquez Kunze denuncia la violación de la institucionalidad democrática y señala con el dedo acusador el 5 de abril de Nadine Heredia.

Claramente el tema del 5 de abril continúa pendiente y sin resolverse. El autogolpe de 1992 -el 18 brumario de Alberto Fujimori, como lo ha llamado un profesor canadiense- ocurrió porque mucho antes en nuestra democracia el poder legislativo había maniatado al ejecutivo. Con ello, la nuestra se había convertido en una democracia de baja gobernabilidad que muchas veces puso al país al borde del abismo. Por eso ocurrieron en el Perú los golpes de Estado de 1945, de 1961, de 1968 y de 1992. Por la misma razón, ocurrió el fin de la República de Weimar en Alemania, de la Segunda República Española en 1936, y de la Cuarta República Francesa en 1958. La promulgación por el Congreso de la Ley de Control Parlamentario de los Actos del Presidente de la República, en enero de 1992, poco antes del 5 de abril, no fue sino el síntoma que vuelve una y otra vez.

Desde el punto de vista institucional, hoy estamos nuevamente ante la recaída de la democracia peruana en el autoritarismo. Que sea un autoritarismo de derecha para salvar al país de uno de izquierda, no cambia la regresión al autoritarismo. Para el pragmatismo, eso no es más que formalismo caviar, ya estaríamos por fin ante una decisión firme que aleja al país del abismo de la demagogia. Ambos tienen razón y, al mismo tiempo, se contradicen. Se necesita entonces un nuevo marco conceptual que los incluya.

Ese nuevo marco es la oportunidad de dejar atrás al autoritarismo y a la demagogia -tesis y antítesis- dando el salto a la síntesis de una democracia de alta gobernabilidad, una poliarquía, como lo hizo Alemania luego de la Segunda Guerra, como España a la caída de Franco, como Francia con la Quinta República de Charles De Gaulle.

Para eso solo hay que restablecer el equilibrio de poderes. Es lo que todos ellos hicieron. Al fin hemos entrado en materia.