Por Angel Sanz
Blog "Re-imaginando"
Bernhard Peters es un total desconocido para nosotros los "mortales".
Incluso para la gente del deporte en España, Peters no es una
referencia. Sin embargo, entre otras cosas, Peters fue entrenador del
equipo nacional alemán de hockey más exitoso de la historia. Ganó dos
copas del mundo en 2002 y 2006. Pero eso no es lo único que le hace
especial.
En 2006, cuando Jürgen Klinsmann
fue elegido seleccionador nacional del equipo de fútbol alemán propuso a
Peters como Director Deportivo de la Federación Alemana de Fútbol. En
ese momento, Klinsmann declaró: "El fútbol alemán ha estado durmiendo en
los últimos 10 o 15 años. Necesita abrirse y evolucionar. Bernhard
Peters es el hombre que lo puede conseguir". A partir de ahí, Bernhard
Peters cambió de deporte y ha pasado por la Fundación
de Fútbol Juvenil formando entrenadores basándose en su desarrollo
técnico, personal y educativo, y ha liderado por la Dirección Deportiva
de clubes como el FSV Mainz 05, el TSG 1899 Hoffenheim y el Shalke 04.
En el país de Merkel, algunos le consideran el autor intelectual del
fútbol alemán.
Desde el verano de 2014, Peters es el Director Deportivo del Hamburgo
que está en la primera división y, aunque lleva poco tiempo en el
cargo, ya hay medidas que marcan un estilo propio. Y lo más sorprendente
es que ha empezado en la cantera porque su prioridad es el fútbol base:
- No se fichan a jugadores jóvenes que no sean de la ciudad.
Entiende que el objetivo del club es desarrollar el talento autóctono e
integrarse lo más posible con la comunidad que debe tener talento
suficiente.
- No hay equipos menores de 12 años. Entiende que esos niños deberían estar jugando a muchos deportes, no sólo fútbol.
- No hay ningún jugador que no vaya al colegio. Entiende que para sacar el mejor futbolista posible es imprescindible el desarrollo intelectual.
- No se aceptan métodos tradicionales y estáticos.
Entiende que la innovación es parte clave del proceso de desarrollo y
que hay que exponer al talento a retos diferentes desde un punto de
vista físico, técnico, mental y emocional. Por eso tiene un plan de
formación para los entrenadores donde se trabaja en todos esos aspectos y
cada semana se incorporan ideas nuevas y variantes en los procesos de
entrenamiento.
Además de su labor como Director Deportivo, Peters
es conferenciante sobre trabajo por objetivos, liderazgo, comunicación y
motivación en empresas cotizadas. Pero, en mi opinión lo más
interesante de este personaje es que es un ejemplo de cómo alguien ha entendido de verdad para qué sirve el fútbol. Mejor dicho, ha entendido claramente para qué sirve el deporte y lo ha aplicado al hockey en su día y al fútbol ahora. Lo que está haciendo es poner el fútbol en su lugar.
El club de fútbol del Hamburgo tiene sentido si está orientado a varios
objetivos: 1) servir a su comunidad 2) formar a jóvenes a través del
fútbol y 3) ser una alternativa competitiva que permita disfrutar del
deporte más importante del país. El éxito deportivo y económico será la consecuencia de un proceso bien hecho, pero sin sacrificar la esencia. Y para eso está centrado en la formación de formadores.
Esta semana me he encontrado en una conversación muy interesante en la que me contaban cómo a
una jugadora de baloncesto de último año de bachillerato, su club le
prohibe terminantemente que juegue con su colegio una competición de
baloncesto colegial por los riesgos de lesión. Esto es un
ejemplo claro de la cortedad de miras y la incompetencia que reina en
algunos de nuestros gestores deportivos. Decir a un joven que no juegue a
baloncesto con sus amigos del colegio es como prohibir a un chaval que
vaya al parque porque se puede dañar con un columpio. Los riesgos de
lesión están ahí, te puedes lesionar en cualquier momento dentro y fuera
de la cancha. Es más, tienes menos posibilidades de lesionarte en un
partido de este tipo donde ya has calentado y tu cuerpo responde con
firmeza.
No dejar que juegue con sus compañeros de
colegio es quitar a un chaval una de las funciones básicas que tiene el
deporte: educar. Que una niña sea una referencia deportiva en
su colegio y no pueda ejercerla es privarla de una experiencia educativa
que difícilmente va a poder repetirse. Es privarla de ejercer como
ejemplo a otros más jóvenes, de ser apoyada por niños pequeños, de
sentir la admiración de compañeros y profesores, de sentir la
responsabilidad, de implementar el liderazgo, de gestionar la ilusión de
otros, de canalizar emociones, de disfrutar del baloncesto en su
esencia... todo esto en el colegio que te ha visto crecer. Pero al del club le da igual.
Porque el directivo del club cree que su objetivo es que juegue sus
partidos y el resto de su desarrollo, entiende que no le aporta nada más
allá que un riesgo de lesión. Y no es capaz de interpretar el ratio de
riesgo de lesión contra el beneficio de tener una jugadora más motivada,
más feliz, que se ha desarrollado en liderazgo, que asume más
responsabilidad y que está, si cabe, más comprometida con un club que
entiende su realidad. Pero sobre todo, no es capaz de ver más allá de sus narices.
Tengo la sensación de que en España, el mundo del deporte y de la educación tienen un serio problema de comunicación.
Los dos saben que se necesitan pero no se hablan mucho y ninguno toma
la iniciativa de manera contundente. En algunos casos coinciden y hasta
se solapan. Parece que no aceptan que están condenados a vivir juntos.
Pero no sólo en la misma casa, es que tienen que entender que su
relación necesita ir más allá de compañeros de piso. Creo que el mundo
de la educación y el mundo del deporte necesitan enamorarse, hablar,
comprenderse, compartir sus objetivos, apoyarse, co-invertir, trabajar
juntos, darse oportunidades, desarrollar miles de proyectos, ser
referencia, introducirse hasta la médula en nuestra sociedad y tener un
impacto positivo que trascienda hasta las familias y el mundo de la
empresa. Por eso es obligatorio que esta relación vaya en los dos
sentidos: desde la educación hacia el deporte y desde el deporte hacia
la educación.
Peters es un ejemplo positivo de alguien
que lo ha entendido. El directivo del equipo de baloncesto es un ejemplo
de lo contrario, de alguien que no entiende para qué sirve el deporte.
Creo que nuestra obligación es remar hacia el primero y quitarnos de
encima los segundos. En la medida que lo consigamos, evitaremos que la
pareja educación-deporte, que podría ser perfecta, nunca llegue a nada
más que a lo que es hoy: unos conocidos que coinciden el la calle
Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros, y los inteligentes llenos de dudas.
sábado, 17 de enero de 2015
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