Por: Bajo La Manga
Por: Alexánder Bolívar (@alexbolivarf)
Mucho se ha hablado últimamente sobre los derechos
humanos. Y mientras que algunos los consideramos fundamentales para que una
sociedad pueda vivir en paz, respetando a las mayorías y minorías por igual y
permitiendo que la vida se lleve con la mayor dignidad posible, otros
consideran que éstos son caprichos de algunos que quieren llevar una vida de
libertinaje lejos de los designios de Dios y de la Iglesia católica.
Colombia siempre ha estado en el lado de los que
quieren vivir como la biblia y los jerarcas de la Iglesia lo han determinado y
a pesar de que en la Constitución de 1991 se declaró que Colombia es un estado
laico en el cual supuestamente los derechos humanos están por encima de lo que
dictan las religiones, todavía se dan debates en los cuales la Conferencia
Episcopal Colombiana y algunos otros fanáticos religiosos con poder político,
si bien pueden opinar como lo puede hacer cualquier colombiano, no deberían
exigir que se legisle basándose en las leyes o mandamientos de una religión.
Afortunadamente en los últimos años se han tomado
decisiones que se alejan de ese corte religioso y protegen los derechos
fundamentales basándose en que “Todas las personas nacen libres e iguales ante
la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de
los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por
razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión
política o filosófica”.
Este mes se dio un debate sobre un derecho que para
algunos es el más humano de todos, el derecho a morir dignamente. Luego de que
la Corte Constitucional le ordenara al Ministro de Salud que diseñara y
planteara una hoja de ruta para que la eutanasia comience a ser aplicada a
pacientes terminales, la iglesia católica y otros fanáticos religiosos como el
procurador y el concejal Marco Fidel Ramírez comenzaron a presentar argumentos
en contra que, finalmente, son sus opiniones personales escudadas en excusas
para no permitir algo que tanto se necesita en un país como el nuestro.
Por ahora sólo se aplicaría a pacientes terminales
mayores de edad, no a aquellos con enfermedades degenerativas. Ojalá esto sea
un gran paso para comenzar a alejarse de aquellas opiniones de corte católico
que sólo buscan mantener una tradición sin tener en cuenta que los tiempos
cambian y que los derechos fundamentales están por encima de todo.
Otra cosita: aquí la historia de la semana del
libro “Los hijos de los días” del gran Eduardo Galeano
Abril 30
Las rondas de la memoria
Esta tarde del año 1977, se reunieron por primera
vez catorce madres de hijos desaparecidos.
Desde entonces, buscaron juntas, juntas golpearon
las puertas que no se abrían:
—Todas por todas —decían.
Y decían:
—Todos son nuestros hijos.
Miles y miles de hijos habían sido devorados por la
dictadura militar argentina y más de quinientos niños habían sido repartidos
como botín de guerra, y ni una palabra decían los diarios, las radios, ni los
canales de televisión.
Unos meses después de la primera reunión, tres de
aquellas madres, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Eugenia Ponce,
desaparecieron también, como sus hijos, y como ellos fueron torturadas y
asesinadas.
Pero ya era imparable la ronda de los jueves. Los
pañuelos blancos daban vueltas y más vueltas a la Plaza de Mayo, y al mapa del
mundo.
http://blogs.elespectador.com/bajo-la-manga/2015/05/01/derecho-a-morir/
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