RAÚL DEL POZO
Vivo en la Colonia de los Cármenes -un barrio que hicieron los republicanos- con muchos árboles, muchos pájaros, algunos escritores, estrellas de televisión y muchos niños en los patios de las escuelas. Estamos cerca de las Cuatro Torres, que desafían a las águilas, son bellas y vanguardistas. Un amigo mío, que trabaja en uno de los restaurantes de los torreones de cristal y plusvalía, me ha invitado a comer. Yo le he dicho la verdad: me da vértigo.
Nací a tres metros sobre el nivel del Júcar, podía orinar en el río desde la ventana y nunca me he encontrado bien en un laberinto aéreo que los ecologistas denuncian porque provoca contaminación visual. Detrás de algunos rascacielos, como detrás de algunas fortunas, suele haber crímenes. Reconozco que Nueva York es fascinante, pero no me gusta que se sustituyan las estrellas por luces de neón. No me gustan los balcones de vidrio ni los ascensores como sillas eléctricas. Julio Camba no veía esos edificios tan altos como símbolo de la vanguardia arquitectónica, sino como una ofensa al gótico, como arcaísmo y vetustez. Según él, no luchaban contra la especulación, sino la aumentaban: "Los rascacielos -escribió- son la causa de que el terreno esté tan caro".
Los rascacielos son útiles en las ciudades que carecen de espacio, islas o pantanos, que no tienen tierra para enterrar a los muertos; pero carecen de sentido en una Castilla infinita y despoblada. A pesar del origen turbio de los edificios, los genios de la Escuela de Chicago inventaron una nueva arquitectura, no a la medida del hombre, sino a la medida del negocio. Hay rascacielos que se pueden comparar con la Victoria de Samotracia, como los coches de Marinetti: ebrios de espacio. Los de Madrid son bellos desde lejos, fríos de cerca y le dan a la ciudad un aire futurista.
He visto en estos años cómo las Torres Kio se quedaban enanas y en los terrenos de la antigua Ciudad Deportiva surgían los edificios más altos de España: Torre Repsol, Torre de Cristal, Torre PwC y Torre Espacio.
Ahora se anuncia un nuevo rascacielos, cerca del Hospital de la Paz. Alzarán la quinta torre, casi tan alta como la de Babel. El Ayuntamiento de Madrid ha adjudicado la parcela de 33.000 metros cuadrados para el edificio que albergará un hospital privado. «Será el mejor hospital de Europa y, espero, del mundo», ha dicho Juan Miguel Villar Mir. La inversión es de 134 millones de euros y la obra terminará en 2019. La altura de 236 metros de la torre, la más alta de España, será irrisoria si se compara con la de los rascacielos de China o de los Emiratos (el Burj Khalifa tiene 828 metros).
Yo me preguntaba, viendo crecer los rascacielos, cómo ha sido posible que aquella colmena de Cela, aquel lugarón de La Carpetana, sea hoy tan desproporcionada. Los candidatos a la Alcaldía y al ayuntamiento no dicen nada. Por fin pude hablar conCarmona: "Madrid -contestó- va muy mal si en vez de levantar libros, teatros y jardines, levanta torres nacidas de la especulación".
Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2015/04/30/55427a3eca4741a77a8b4578.html
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