JUAN GOYTISOLO, "UN HOMBRE MALVADO"
Por fin una polémica
como es debido. Sobre el Premio Cervantes a Juan Goytisolo.
En la Tercera de
ABC, Serafín Fanjul despotrica no sólo del escritor español anti-español
afincado en Marrakech, sino, también, del Gobierno del PP que le premió.
«Este hombre es un malvado», me comentó un profesor marroquí,
que no entendía tal torrente de improperios y la propuesta de traición a la
patria, ni siquiera en beneficio de la suya.
¿de
verdad la obra del galardonado merece tal galardón?; ¿por qué el Cervantes ha
de darse un año a este lado del Atlántico y al siguiente al otro, si por acá
somos cuarenta y cinco millones mal contados y por allá cuatrocientos
cincuenta?; ¿qué pasa con Fernando Arrabal, que, por cierto, no es nada
sospechoso de «derechista», si es que la derecha política tiene prohibido dar
premios a quienes los apoyan?
¿Tendrán
algo que ver el Excmo. Sr. D. José Mª Lassalle (sí, ese, el de María San Gil),
secretario de Estado de Cultura -¿será suya también la ocurrencia de la
sardana?-, y el ministro Wert, que se lo ha permitido? Sí, claro, con un jurado
independiente y experto, tanto como la comisión designada por Rodríguez para
desguazar el Archivo de Salamanca. Después, la derecha política simula
escandalizarse porque sus exvotantes no quieren ni verlos en la pantalla. Y no
estoy inventando.
Jesús Láinz (Libertaddigital.com)
asegura que Goytisolo pecó de incoherente al aceptar el Premio Cervantes, pero
no lo hicieron los políticos que se lo concedieron.
Quienes,
por el contrario, no han pecado de incoherentes han sido los gobernantes que
han concedido el premio que lleva el nombre del manco de Lepanto al autor de
estas palabras puestas en boca del traidor Don Julián: "A mí, guerreros
del Islam, beduinos del desierto, árabes instintivos y bruscos: os ofrezco mi
país, entrad en sus campos, sus ciudades, sus tesoros, sus vírgenes os
pertenecen...". Etcétera.
Porque
ni en sus medidas inmigratorias, ni en las culturales, ni en las educativas, ni
en las de natalidad, ni en las de fronteras, ni en las de política exterior, ni
en las policiales, ni en las militares, ni en campo alguno de eso que, con
minúscula o con mayúscula, se llama política, este gobierno ha dado la menor
señal de enterarse de lo que le espera a España, al igual que al resto de
Europa, en el inmediato futuro. Como una imagen vale más que mil palabras,
recuérdese simplemente a esos infortunados cristianos arrojados al mar por sus
compañeros musulmanes de patera. Pues sólo éstos tienen derecho a heredar
Europa, tanto por su virilidad como por nuestra impotencia.
¡Merecido
premio, el de Goytisolo, vive Alá!
Por
heraldo del mañana.
Otra polémica no menor, pero sí apagada, es la de la pitada
separatista al Rey y al himno nacional en la final de la Copa. Arcadi Espada
(El Mundo) propone la expulsión por un año de ambos equipos si se produce esa
grosería.
“Si las propias autoridades
futbolísticas castigan a un club porque sus incontinentes vejan a jugadores del
rival, cómo podría procederse distinto con los incontinentes que vejan a
millones de ciudadanos. Por tanto hay que anunciar a esta masa informe de
valientes, tan expresivos, que sus insultos van a suponer la expulsión del
llamado club de sus amores de cualquier competición oficial. Sin exageraciones:
por un año bastará.
Lo importante de la libertad de
expresión, y lo que la hace admirable, no es que esté garantizada por el
ordenamiento jurídico, sino que el ordenamiento jurídico fije su precio. A la
briosa gente del Barcelona y del Bilbao hay que darles la oportunidad de que
elijan entre insultar y ver fútbol. Y a sus patronos más o menos cómplices,
entre el insulto y la recaudación. España es el primer país del mundo en
descargas (de conciencia) ilegales y este inmoral "todo gratis" tiene
que cambiar.”
¡Qué voy a decir salvo que estoy
de acuerdo.
Concluyo con Alfonso Ussía (La
Razón), que canta a Margallo casi como Walt Whitman a Lincoln.
“Margallo ha
ocupado el lugar del capitán que no abandona a su tropa. Retrasó su vuelta para
esperar a los compatriotas afligidos y garantizar la vuelta de todos. Muchos no
volverán, por desgracia. O lo harán sin vida. Pero hay que saber agradecer,
aunque sea su obligación, la competencia y los desvelos de un buen ministro.”
Rajoy, Montoro, Margallo y
Monedero. Cuántos héroes hay en las columnas del día.
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