PARA RAÚL DEL POZO
MONEDERO ES EL HOMBRE QUE NO QUISO REINAR
Entre tanto
pim-pam-pum contra Podemos, Raúl del Pozo dedica su columna en El Mundo a
cantar las glorias de Juan Carlos Monedero. En 'El segundo timonel', Monedero,
en vez del hombre que quiso reinar aparece como el hombre que no quiso mandar.
“Ramón Tamames en
'Un viaje político de la nada al poder', libro de inminente publicación,
transcribe la conversación de una cena el día 11 de febrero -yo también
estaba-, en la que Juan Carlos Monedero comentó: "Para mí la política es
circunstancial, y tengo ganas de volver a la universidad. Además, me he
convertido en el enemigo público número uno, y no me dejan en paz con todas
esas historias de mis trabajos y honorarios".
Uno de los protagonistas
de la ascensión de Podemos, que en un plazo mínimo cosechó algo más de 1,24
millones de papeletas, se va, y Podemos se queda sin ideólogo de guardia. Se va
antes de que lleguen los pragmáticos, los tecnócratas y los fontaneros.
"Lo que dice Juan Carlos Monedero -comenta Ramón Tamames- tiene sentido y
razón. Le gusta filosofar, mitinear, pero no quiere ser alcalde ni diputado;
algunos creían que eso de la falta de ambición era superchería, pero Monedero
decía la verdad".
La
izquierda sí que hace amnistías fiscales, y no como la derecha, que lo suyo son
chapuzas. Super-Varufakis, el Lex Luthor bueno de la progresía y el rojerío, ha
anunciado una amnistía a los defraudadores griegos y, a diferencia del PP, les
promete impunidad y perdón absolutos. Los columnistas del ABC tienen que
aguantarse las risas. Comienzo por Jaime González.
“lo
han bajado de la moto y los delirios del glamouroso ministro de Finanzas se han
estrellado contra el muro de una realidad que lo ha volteado con estrépito. A
Varufakis lo han querido canear a las puertas de un restaurante de Atenas,
aunque según él la intención de los antisistema era simplemente humillarlo.
Pudiera ser, pero si no es porque su mujer hizo de escudo, lo ponen mirando a
Creta.
Algo
tenemos que agradecerle en España: muchos han abierto los ojos y descubierto lo
que esconde el populismo. En tres meses, el espejo heleno se ha roto en mil
pedazos. Dijo Pablo Iglesias: «En Grecia se ha hecho más en seis días que otros
gobiernos en años». Era a comienzos de febrero. Ahora está más callado que la
H.”
Y
sigo con Ignacio Camacho (ABC)
Henchido
de arrogancia el flamante astro del populismo posmoderno, el Teseo que iba a
domar al minotauro global, se pasó de frenada y se puso estupendo citando a
Rooselvelt: el malvado eurocapitalismo le tenía manía y él se pasaba tanto odio
por el mismísimo friso del Partenón. Porque yo lo valgo. Y entonces la bomba
que estalló, tic-tac, fue la de la realpolitik. Y se llevó por delante a
Varufakis y su audaz cerebrito políglota. Retirado como interlocutor, laminado
como embajador financiero, quemado como logotipo viviente de Syriza.
Varufucked.
Y
ahí lo tienen, con su última genialidad a cuestas: una amnistía fiscal, como la
de un Montoro cualquiera. Peor aún: una indulgencia casi gratuita, sin
consecuencias penales ni tributarias
Con
el socialismo 2.0 atascado en el laberinto griego, los apóstoles del tic-tac no
saben hacia dónde mirar en busca de mitos de referencia. Superman Varufakis
anda de capa caída, los Castro se abrazan con el gringo, Múgica se ha jubilado
sin logros, Correa es poco conocido por estos pagos, Maduro no es presentable.
Se busca un héroe alternativo o, en su defecto, un relojero con experiencia.
El último
rejón del día en el toro de Podemos lo clava Josep Ramoneda en El País. Les
suelta a los 'podemitas' que ya han cumplido su misión.
También
Podemos sufre los efectos de las expectativas generadas y ahora toca regodearse
en su suerte. Su novedad fue que surgido de los movimientos sociales tuvo el
atrevimiento de desafiar a los partidos convencionales en su terreno. Y las
encuestas le coronaron. Hace un año, Podemos acababa de nacer. Hoy los sondeos
le otorgan un 17% o un 18% de votos. Sería un gran éxito, si no se hubiese
creado artificialmente la creencia de que podía arrasar. En cualquier caso,
gracias a Podemos, el bipartidismo ya no será lo que era. Y la reforma de las
instituciones es un imperativo. Podemos ha pasado demasiado rápido de la
crítica radical a la indecisión y la indefinición. Quiso ser un partido
atrápalo todo y Ciudadanos le ha birlado el espacio de descontentos de la zona
central del espectro.
Y
frente a la demagogia y la mentira izquierdista, algunos nos ofrecen la
seriedad y el aburrimiento de Mariano Rajoy. ¡Menuda alegría! José Luis Martín
Prieto (La Razón) reconoce que va a votar por el registrador de Pontevedra.
Estando
de vuelta del más pequeño fervorín político lo mejor que les puede ocurrir a
los españoles es no equivocarnos grave e irremisiblemente y que el Presidente
Rajoy pueda gobernar una segunda legislatura acabando la recuperación económica
Como
se nos han olvidado las fiebres tercianas de la prima de riesgo hoy se reprocha
a Rajoy enrocarse sobre su discurso económico. ¿Y que necesitamos? ¿Ingeniería
social, el Gobierno de CARITAS o la transmutación de los parados en
funcionarios? Pedro Sánchez duda de sí mismo; Pablo Iglesias y su Comité
Central, estraperlistas de comunismo con misses venezolanas; lo mejor de Albert
Rivera es su desnudo en un cartel electoral... Ninguno tiene la menor
experiencia de gobierno en una pedanía. Rajoy es lo único que se puede comprar
en el mercado. Resultará catastrófico confundir las voces con los ecos.
Bieito
Rubido (ABC) también nos propone a Rajoy y lamenta la importancia de la
televisión para hacer política.
Berlusconi
lo reconoce siempre: «Cuanto más aparezca en la pequeña pantalla, más
posibilidades tengo de ganar las elecciones». Exactamente lo contrario a lo que
hace Mariano Rajoy. Incluso se creía que administrar bien un país era un mérito
que podría permitir repetir mandato. Pero ya no es así. Hasta tal punto no es así
que, desde que los de Podemos se relacionan peor con los platós, han comenzado
a desinflarse en sus expectativas de voto. No deja de ser un pésimo síntoma de
los tiempos que la democracia se juegue en el último chascarrillo de un
fragmento de una tertulia a voz en grito.
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