¿Qué pasó? Pasó lo siguiente:
- La empresa concesionaria (no el contratista) le dice al Estado que le hará la obra.
- El Estado le responde que si a la fecha pactada no ha terminado con la obra, por más que haya avanzado parte del trabajo, el contrato termina y se cobra la carta fianza (GARANTÍA). Todo esto por el perjuicio que causaría al Estado el incumplimiento
- La empresa concesionaria o consorcio que estaba ejecutando el Gasoducto Sur tenía una carta fianza a favor del Estado peruano por USD 260 MM. Si a la fecha del 24/01/17 no reunía, a través de préstamos internacionales, el dinero suficiente para poder demostrar que tenía el financiamiento para respaldar un proyecto de USD 7,000 MM, esta fianza se ejecutaría.
- Esa Carta Fianza la emite un banco, a su vez el banco solicita unos colaterales a Odebrecht en el lugar donde mejor le parezca. Odebrecht, una empresa desprestigiada internacionalmente hoy, no tiene ninguna capacidad de reunir ese dinero.
- El Estado cobra la fianza.
- El banco debe reparar su pérdida. Ése, evidentemente es problema del banco no del Estado peruano.
Sin embargo, esto su vez tiene otro matiz. Al
haber, el consorcio, concluido algo de la obra, el contrato dice que a la fecha
del avance se liquida lo que se ha avanzado, por ejemplo: se tenía que hacer 1000,
se hizo 100, entonces se reconocer 100.
Es corresponde, el Estado peruano no puede ni debe robarle a nadie.
La siguiente licitación que se haga para esta obra
ya tendrá como resta, lo que ya se hizo.
Cuando aparezca un nuevo concesionario ya tendrá en
el haber, una buena parte de la obra realizada. En lo que más avanzado es en la
compra de los tubos, se ha comprado el 80% los tubos.
Esto no es parte de un proceso judicial penal, eso
hay que tenerlo en cuenta. No ha habido un juicio contra Odebrecht. No se les
ha embargado sus cuentas para pagar la reparación civil, o se les ha incautado
las coimas; este es un asunto meramente comercial entre el Estado Peruano y Odebrecht.
Eso es todo. Es una ejecución de garantía por 260 millones
de dólares.
El estado peruano no quiere tener a Odebrecht
trabajando como concesionar en el país por un largo número de años, considera
que con la penalidad sale del asunto.
Pero que no se diga que el Estado peruano está
cobrando a Odebrecht 260 millones de dólares. Porque no es así. El estado peruano está
cobrando una fianza por un servicio que ni siquiera se ha prestado y que no se
puede prestar porque la empresa no tenía las espaldas para hacerlo
financieramente, no tenía el efectivo.
A Odebrecht se le cobrará a la hora que se le imponga
la reparación civil por el daño que ha causado en el Perú. A Odebrecht se le
incautará el día que se ingrese a las cuentas de todos los coimeados y tengan
que devolver la plata al Estado peruano, porque esa plata es el objeto de
delito.
Son cosas bien diferentes, una cosa es la incautación
del objeto del delito, en este caso es el dinero, otra cosa es la reparación
civil por el daño causado y otra es una negociación comercial que salió mal y
que finalmente el concesionario pierde la concesión porque no tiene la
posibilidad de honrar lo que ha escrito y firmado en el contrato. Son tres
cosas completamente distintas.
Desde un punto de vista mediático hay que tener
mucho cuidado con los titulares porque hasta ahora Odebrecht no devuelve un
solo centavo al Estado peruano por reparación civil.
Lo que va a pasar después con el Gasoducto Sur es algo
totalmente distinto. Ese proyecto nació mal desde la época de Alan García, no
es un proyecto de Humala, es un proyecto que nace con García.
Nace con García como una iniciativa privada, se
llamaba Kuntur. Llega a ser disparatado porque había un grupo de empresarios
que querían construir un tubo pero no tenían de dónde sacar el gas ni a quién
vendérselo, entonces el negocio es como que no funcionaba.
Es como se hiciera una carretera que va de la nada,
a la nada y pasa por la nada, entonces la pregunta es ¿para que lo estamos
haciendo?
Con el tiempo el proyecto se fue transformando y en
el gobierno de Humala se le dio mucho impulso porque el Presidente había hecho
una promesa electoral de gas barato, de 12 soles el galón de GN.
Lo cierto es que ofreció una solución de energía para
el sur del Perú. Y esa solución energía pasaba por esta obra, el Gasoducto Sur.
Y se convirtió como en lo que se convirtió la Interoceánica
Sur. Una obra emblemática en la que el
pueblo creyó que se va a recuperar de la pobreza. Hay que ver si la Interoceánica Sur ha sido
un negocio para el Estado peruano, cuando la cantidad de camiones que
transportan por ahí es ridículo, no tiene demanda ni nunca la tuvo.
Hay que tener en cuenta que muchas de las obras que
se han hecho en el Perú lamentablemente, han sido promocionadas por estas
grandes constructoras, sobre todo las brasileras. Odebrecht es una de ellas. Entonces, la gente
se convence que sin esos proyectos no van a salvar su vida, y que sin eso no
puede vivir. Una vez que los tienes
convencidos y la presión política es brutal, el Estado peruano se embarca en un
“elefante blanco” que no sirve para nada.
Muchas veces las contratistas han sido las que han
modificado los proyectos para que finalmente se sirvan ellas y no el estado
peruano. Y si el estado peruano no tiene capacidad técnica de primer nivel es muy
complicado que haga una réplica eficiente y a eso se le agrega la presión
popular.
Ahora, en el caso del Gasoducto Sur sí se ha
prometido una solución muy barata y rápida, que ya se está haciendo. Es llevar gas natural a las ciudades más
grandes del sur del Perú vía camiones, como se hace con Chimbote.
Chimbote recibe gas natural que llevan desde Lima,
se embarca en camiones (es un gas comprimido), con una provisión de una docena
de camiones diarios, pudiéndose suplir perfectamente la necesidad de todos los
taxistas por ejemplo o de todos los vehículos de transporte público que
necesitan gas y lo mismo en ciudades como Arequipa donde ya tienen 10,000 viviendas
conectadas con gas. Lo que necesitan es que llegue el gas vía camiones, de tal
manera que parta desde algún punto del ducto del gas de Camisea.
Entonces, no es tan complicado hacerlo, en algunos
casos se puede partir desde Lima desde Pisco o desde zonas más cercanas pero no
es tan complicado llevar vía camiones el gas en los próximos seis meses.
Eso se puede hacer con un precio mucho más
económico porque el gas natural es mucho más económico que el gas licuado de
petróleo. No es exactamente lo mismo.
Eso da tiempo a hacer un mejor proyecto. El
ministro Tamayo ha dicho que eso va a permitir rediseñar un mejor proyecto,
porque el gas no sale sólo, sale con unos líquidos, esos líquidos son muy
valiosos y también se pueden convertir en un producto que genera energía o
alguna otra cosa si en algún momento en el sur del Perú se pone una planta de
petroquímica (detergente, producto de limpieza, lejía, cloro, desinfectante, shampoo
todos los derivados del petróleo) que Dios sabe cuándo se pondrá, ojalá que
algún día.
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