sábado, 30 de agosto de 2014

El enojo de Lagos y Piñera

"El ministro Elizalde comparó ambas intervenciones, señalando que Lagos piensa en el futuro del país y Piñera en sí mismo. Ello es falso. Ambos piensan en ambas cosas. Y la paradoja es que el diagnóstico terminó siendo bastante similar..."


Por Francisco Jose Covarrubias

Uno es abogado, el otro economista. Uno se doctoró en Duke, el otro en Harvard. Uno se opuso a Pinochet, el otro también. Uno es famoso por su dedo, el otro por su billetera. Uno fue uno de los mejores presidentes de la historia de Chile. El otro también. Uno parece haber colgado la banda definitivamente, el otro parece tenerla lista para ser usada. Uno es Lagos, el otro es Piñera.

La paradoja del destino hace que, en menos de una semana, hayan salido los dos a hablar y que ambos hayan criticado el estado de situación actual. Piñera en forma frontal y algo tosca. Lagos solapadamente y de forma elegante.

Como era de esperar, la reacción de La Moneda tuvo que ser distinta, pero terminó siendo completamente incoherente, además de agresiva.

Cuando Piñera dijo que "hay que recuperar una mayor sensatez y moderación en la forma de implementar las reformas", Peñailillo le salió al paso. Y en una reacción -orquestada en el segundo piso de La Moneda- se inventó la "institución de los ex presidentes", tratando de establecer que los ex mandatarios solo pueden hablar de los "grandes temas" y el resto del tiempo escribir memorias, tener un rol decorativo o jugar canastas.

Lo que está claro es que Peñailillo no ayudó a cuidar esa "institución". Cuando dice que Piñera "dejó la economía a la baja", "destruyó la salud pública", "no cumplió nada su agenda antidelincuencia" y "destruyó las instituciones", no solamente está respondiendo con una bomba atómica un pequeño disparo, sino que está derechamente distorsionando la realidad.

Pero nadie podía imaginar lo que ocurriría una vez terminado el exabrupto con Piñera. Lagos fue a CasaPiedra -uno de los estadios donde mejor juega- y levantó la voz. Durante 51 minutos no voló ni una mosca. No habló de las relaciones internacionales del país ni de la pobreza en África (como probablemente le habría gustado a La Moneda), sino que llegó hasta las casetas de cobro del camino a Valparaíso. Es decir, la "institución de los ex presidentes" preocupada por cómo los automovilistas pagan sus peajes. Pero Lagos no se quedó ahí. Si se descifra lo que dijo en Icare, se obtiene una crítica tan frontal y tan de fondo como la que había dicho Piñera pocos días antes.

Cuando Lagos dice "que todo aquello que es concesionable, se concesione; que todo aquello que sea financiable por privados se libere", ¿qué habrá pensado doña Helia, que con orgullo sepultó las concesiones hospitalarias, para evitar el lucro en la salud?

Cuando Lagos dice, por ejemplo, que las universidades chilenas deberían tener más alumnos extranjeros porque "caramba que es buen negocio recibir estudiantes extranjeros en las universidades", citando lo que pagan estos estudiantes en distintos países, ¿qué habrá pensado Eyzaguirre sobre sus patines, que considera la búsqueda de ganancias en la educación como algo espurio?

Cuando Lagos dice "se construye sobre los hombros del que lo antecedió. No descubramos cada vez el Mediterráneo. Tratemos de mantener una línea larga en el tiempo que nos permita mantener el tranco". ¿Que habrá pensado Quintana, Navarro, Teillier, Girardi y su retroexcavadora?

En fin, cuando dice "aquí falta decisión política", ¿qué habrá pensado Bachelet?

Elizalde comparó ambas intervenciones, señalando que Lagos piensa en el futuro del país y Piñera en sí mismo. Ello es falso. Ambos piensan en ambas cosas. Y la paradoja es que el diagnóstico terminó siendo bastante similar.

Hay que recordar lo que señaló un político español que todavía vive: "La democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los problemas". Y los ex presidentes no solo tienen el derecho, sino que también el deber de hablar. Otra cosa es si les conviene hacerlo.

La borrachera de la Nueva Mayoría de querer -en vez de hacer cambios graduales- destruir los cimientos de lo construido en los últimos 30 años; la utopía de pretender que la ingeniería social puede corregir todo los males del país; la ilusión de pretender que los privados seguirán invirtiendo como si nada, pese a las permanentes amenazas de pateaduras; tiene al país al filo de la recesión.

Quizás no estaría mal que vuelvan a escuchar en La Moneda S/N -aunque sea con la luz apagada y con el volumen bajo- lo dicho por Lagos y Piñera en los últimos días. Probablemente, serviría para los próximos 3 años.

Quizás no estaría mal volver a tener en la Moneda S/N a Lagos o a Piñera en 2018. Probablemente serviría para los próximos 30 años.

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