miércoles, 21 de enero de 2015

Ora cosa

Por Salvador Sostres

Yo entiendo que la gente quiera otra cosa. Primero porque siempre queremos otra cosa y segundo porque no son tiempos que nos permitan tener grandes expectativas. Yo entiendo que la gente quiera más y mejor porque éste es el deseo que hace que el mundo avance y la Humanidad tiene que vivir en la tensión permanente de la víspera del milagro y la maravilla. 
Pero como escribió hace unas semanas Hermann Tertsch, este legítimo sentimiento no puede llevarnos a cargárnoslo todo. Por mucho que traten de disimular haciéndose los socialdemócratas, y equiparándose al Felipe González de 1982, la alternativa que Podemos es y representa la destrucción de cualquier esperanza de prosperidad para España. Por mucho que traten de disfrazar su populismo, ya Pablo Iglesias ha advertido, en este sentido, que "no jugaremos igual el primer tiempo que el segundo".
A parte de que España quedaría sumida en la más brutal crisis económica, el modelo productivo y de Estado de Pablo Iglesias nos dejaría sin las herramientas, físicas y morales para recuperarnos.
Y siendo cierto que muchos catalanes -yo creo que la mayoría-, entre Cataluña y España, se inclinan por España; yo sería el primero que entre Cataluña y Venezuela me quedaría con mi país y procuraría salir corriendo de una España hugochavizada, como tantos españoles de todos los rincones de la península, que se vendrían sin duda a Cataluña y se harían más independentistas que Oriol Junqueras.
No es que Pablo Iglesias odie a los pobres, pero sería quien más daño les haría porque con sus recetas no sólo empeoraría sus actuales condiciones, cargándose nuestro sistema social, sino que les condenaría a la pobreza para siempre.
No es que Pablo Iglesias sea independentista, pero de una España gobernada por él, todo el que pueda saldrá corriendo. Si gana Podemos, veremos independentistas de Madrid, de Cáceres y de Sevilla, y Cataluña no sólo se separará de España sino que duplicará y triplicará su número de habitantes.
Yo entiendo que la gente quiera más, y mejor, y que tenga prisa. Lo entiendo y lo celebro, porque significa que estamos vivos. Pero sin inteligencia estamos perdidos. Si no somos capaces de calcular con precisión y con sentido de la Historia lo mucho que tenemos y podríamos perder si no lo cuidamos, nosotros mismos seremos los principales enemigos de nuestros deseos y en lugar de avanzar retrocederemos.
Armani dice siempre que los cretinos nunca son elegantes y yo creo que lo más peligroso que hay en el mundo es un imbécil.

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