JUEVES, 24 DE JULIO DE 2014
La siesta
es un gran recuperador de energía
En
algunos países existen “cabinas de sueño” urbanas
El tiempo
depende de las necesidades y posibilidades de cada persona
Un joven
durmiendo la siesta en un prado / Getty
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MARÍA FONT OLIVER/ DONTKNOW
Dormir la
siesta es una tradición completamente establecida y tolerada en las culturas
española e iberoamericanas. Pero no sólo es cosa de nosotros, los latinos, o de
zonas con un clima o filosofía de vida específicos. A lo largo de la historia,
grandes personajes como Winston Churchill o Edison han disfrutado de este tiempo
de descanso y son ejemplo de que hacer la siesta no supone ser un holgazán.
Muchas voces se escandalizan por creer que es una pérdida de tiempo pero, en
realidad, es un momento de reposo con probados beneficios. Tiene gran
influencia en nuestro metabolismo y constituye un factor determinante para
nuestra calidad de vida y nuestra salud. Y es que, cuando estamos cansados, nos
vemos tentados a consumir ciertos alimentos –grasa y azúcares- que fomentan el
sobrepeso y los trastornos asociados a él como es, por ejemplo, la diabetes.
Beneficios
Hacer un
hueco durante la jornada laboral y desconectar la mente, aunque sea por unos
minutos, ayuda a mantener una actitud positiva, incentiva la creatividad, puede
implicar un mejor rendimiento y es bueno para nuestra salud.
·
Recuperar
la energía: la siesta, a media jornada, recarga las pilas.
·
Mejora en
el sistema cardiovascular: reduce el riesgo de infartos
·
Evita
estados depresivos.
·
Tonifica
el ánimo.
·
Favorece
la creatividad.
·
Disminuye
el estrés.
·
Fomenta
una actitud atenta y productiva: aumenta la productividad en el trabajo y
consigue que prestemos una mayor atención a lo que hacemos. La mente siente un
efecto de “refresco” y está más despierta.
·
Cambios
positivos en la vida sexual.
Buscar el
momento
Aunque
queda claro que dormir la siesta es bueno para la salud y nuestro bienestar,
social y laboralmente no está siempre bien visto. El hecho de reconocer que se
necesitan unos minutos para reponer fuerzas y llegar a tope al fin de la
jornada no es algo que todo el mundo se atreva a hacer. Sin embargo, cada vez
se impone más como posibilidad y va adquiriendo naturalidad como hábito
cotidiano. El problema es cómo hacerlo. En el entorno laboral y dentro
del horario establecido hay que agudizar el ingenio para buscar la manera más
cómoda de dormir una siesta. De hecho, conscientes de que esta práctica ya es
algo común para muchas personas, en determinadas zonas de algunas ciudades del
mundo se han instalado “cabinas de sueño” para alquilar por minutos y descansar
sin tener que ir a casa. Pero hay otras formas:
·
Encima de la mesa de trabajo: con discreción, durante la hora de comida, se
puede acomodar la cabeza encima del escritorio -con un jersey, libros apilados
o una pequeña almohada- para reposar unos minutos.
·
En el coche: si no
se puede hacer en la mesa, utilizar el coche para dormir una pequeña siesta
colocando el asiento en una posición cómoda.
·
En el café:
establecimientos como Starbucks han apostado por ponérselo fácil a aquellos
amantes de la siesta y en sus cafés ofrecen la posibilidad de sentarse en
cómodos sofás o sillones para “dar una cabezadita” después de comer. Además,
algunos especialistas recomiendan dormirse antes de que haga efecto la cafeína
porque al despertar uno se siente especialmente despejado.
·
Al aire libre: en
primavera, verano y si el clima es agradable, hacer uso de las zonas verdes
para recostarse un rato es una buena opción.
¿Cuánto
tiempo?
Tener la
posibilidad de dormir la siesta no está al alance de todos y muchos desearían
poder practicarla a diario
Lo
estudios especializados en materia de sueño señalan, a la hora de determinar
las horas y/o minutos que son recomendables para dedicar a la siesta, la
importancia de conocer las necesidades de cada persona. Para algunos una hora o
más es excesivo y para otros 30 minutos es igual que nada. Somos muy distintos
en cuanto a nuestra forma de ser, nuestro ritmo de vida, nuestra salud…. Todo
ello influye pero, de cualquier manera, los especialistas establecen tres tipos
de siesta según el tiempo de sueño.
- Entre
5 y 20 minutos: escasa, apenas para cerrar los ojos en el peor de los
casos, pero suficiente para vigorizar la mente, mejorando la atención y la
capacidad motora. Especialmente indicada para los que, lógicamente, tienen
menos tiempo a su disposición.
-Entre
30 y 60 minutos: En función del descanso de mitad de jornada para comer,
algunas personas necesitan más de media hora para sentir los beneficios de una
siesta reparadora.
- Entre
60 y 90 minutos: considerada como la siesta clásica, es de larga duración e
incluye la fase REM del sueño, relajando cuerpo y mente plenamente. Sin
embargo, no a todo el mundo le sienta bien estar tanto tiempo durmiendo y se
levantan “atontados” costándoles mucho “ponerse en marcha” de nuevo.
Tener la
posibilidad de dormir la siesta no está al alance de todos y muchos desearían
poder practicarla a diario. Es una costumbre que aporta beneficios,
echando por tierra a los que la consideran un hábito de vagos. Buscar el
momento y el lugar adecuados puede suponer un aumento en la calidad de vida y
en el rendimiento laboral.
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