martes, 25 de marzo de 2014

El triunfo de la razón sobre la fuerza

Por Aylwin, Mariana / Martes 01 de Octubre de 2013

El 5 de octubre de 1988 es otro hito de la historia contemporánea de Chile. Para los que participamos en el plebiscito, es una fecha de referencia en nuestras vidas, como lo fue el golpe o lo han sido los terremotos. Nos gusta contar qué hicimos ese día. Pues bien, a mí me tocó, con Marta Cruz-Coke, ir a apoyar a los apoderados del No a un local de votación de mujeres en Pedro Aguirre Cerda. Recuerdo la solemnidad con que las mujeres llegaban a votar con sus hijos, vecinas, viejitas y el sentimiento de una esperanza incierta que nos embargaba. A la hora del recuento, el sonido del No, que se oía desde las distintas mesas, se sentía como una música. Había poca gente y un silencio conmovedor. Ni abrazos, ni gritos, ni manifestaciones. La gente se fue ordenada a sus casas. Emprendimos el regreso en grupo, caminando varias cuadras hasta la Gran Avenida. No había autos ni gente en las calles, el Metro ya estaba cerrado. Seguimos caminando hacia el centrohasta que encontramos un taxi que nos llevara. El conductor nos dijo que nos podía acercar, pero no se atrevía a llegar a la Alameda, porque decían que había tanques y que venían tropas desde el norte. Cuando llegamos a la sede de la Democracia Cristiana, vimos la alegría deltriunfo contenida por el temor y los rumores de movimientos militares. Lo que siguió lo sabemos. Luego del reconocimiento, la euforia. Los chilenos al día siguiente se volcaron a las calles expresando un sentimiento generalizado de haber logrado algo que, poco antes, parecía imposible. Lo que se nos olvida es que después, Pinochet siguió gobernando por año y medio más y como comandante en jefe del Ejército por otros 9 años.

Escribo estas líneas cuando se instala también una desvalorización delproceso de transición. La Concertación estableció “una dictadura de cuello y corbata” leí hace unos días. ¿Hubo obsecuencia y sumisión a los militares? ¿Hubo falta de convicciones democráticas? ¿Hubo una ideología para sacrificar democracia por paz social?

Reconozco que me produce indignación la soberbia que esconden estos juicios. Como si los líderes democráticos hubieran sido imbéciles o hubieran tenido muchas opciones distintas para elegir. Admiro a Carlos Peña y aunque no he leído tanto como él, me parece que contraponer tensión ética en la decisión de Piñera de cerrar el Penal Cordillera versus un “toma y daca” en el caso de la creación del mismo en el gobierno de Lagos, es de una injusticia brutal. Los contextos son distintos. Lagosensanchó los límites de lo posible en su momento con la creación delPenal Cordillera. Hoy esos límites nuevamente pueden expandirse, y Piñera hace bien en dar el paso siguiente.

Es fácil desde la comodidad de la academia o la conversación de sillón estar a la moda y cuestionar lo que hicimos con los criterios de una sociedad que, por sus avances, vive condiciones muy distintas. Es probable que no haya habido un gesto más audaz que el de intentar derrotar la dictadura en su propia cancha. Cuando nos habíamos dado de cabezas contra una pared por años, con el costo de vidas humanas, de una sociedad inmovilizada por el miedo, Chile encontró un camino para construir su democracia. Y ese camino, seguido por los gobiernos de la Concertación, es el que ha logrado la libertad, la seguridad y la posibilidad de enfrentar los nuevos desafíos de otra manera.

“Muy simple”, me dijo hace pocos días mi padre con la sabiduría de lo esencial que le dan sus muchos años. “Por la fuerza, ganan los que tienen la fuerza. Por la razón, ganan los que tienen buenas razones y usan acciones razonables”. Es un consejo que no echaría por la borda en los tiempos que vienen.

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