martes, 25 de marzo de 2014

Reflexiones en un día de encierro voluntario


Por: Mónica Gontovnik - EL HERALDO.com - 10 de Marzo de 2014

El encierro es hoy sábado, mientras escribo esta columna para el lunes. Es un encierro voluntario y parece que seguirá por mucho tiempo, mientras me sienta acorralada en un lugar que a pesar de haber sido nombrada “la ciudad feliz”, cada día que pasa no hace sino encerrarnos más, pero disimuladamente (que es lo peor).

Declaran por decreto usos del suelo que pagamos y re pagamos con nuestros sudores e impuestos. Cierran calles que se encuentran y nos mandan a dar vueltas que no llevan a ninguna parte en horarios diferentes para cada calle y de acuerdo con extraños arreglos de números de las placas de unos vehículos que pagan impuestos por no rodar. Cierran por quince días el acceso a fábricas e industrian que mueven la ciudad económicamente por todo el año, por una fiesta que dura cuatro días.

Nacionalmente nos torturan con cuñas de radio, de televisión, en prensa, en las vallas, en las calles, en los buses, en las motos, debajo de las puertas, con tal de que votemos por alguien que no conocemos y que ya sabemos va a ser parte de los que nos van a seguir encerrando.

Internacionalmente se marca un día al año para celebrar el hecho de ser mujer, como si fuera un hecho diferente a ser hombre, como si fuera una victoria. Es decir, hay algo que tuvo que marcarse para recordarnos que somos seres humanos y que nuestros derechos son vulnerados aún en todas partes y de mil maneras.

Simplemente porque la biología en el tercer mes del embarazo nos hace seguir siendo mujeres y a los hombres les manda por otro camino, convirtiendo a ese feto en algo que mas tarde nombraremos masculino.

No solo la ciencia ya desbancó el  mito de la costilla, sino que demostró que todos los fetos hasta el tercer mes, son femeninos. Si, ellos salen no solo de nosotras, sino que son como nosotras! Solo que con un órgano que se ve y que es símbolo del poder desde que media humanidad decidió que los mitos servían para someter a la otra mitad.

A a mí me funciona esconderme hoy, pues no quiero darle a nadie por la calle una sola oportunidad de decirme alegremente: feliz día de la mujer. Que nadie me de una rosa o me tire un beso y me diga, no podemos vivir sin ustedes! Que nadie celebre que yo existo mientras millones de mujeres apenas pueden vivir en sociedades que las anulan.

Que nadie pueda traerme una tarjeta rosada con un letrerito cursi para invitarme a comer por un  día tan especial, sin saber por qué lo es. Que nadie me dañe el recuerdo de la verdadera razón por la cual se conmemora internacionalmente el día de la mujer cada 8 de marzo.

Que no me feliciten, no soy la flor que decora sus casas. Y mi cuerpo marcado por la biología hoy solo puede recordar los 146 cuerpos de las mujeres obreras quemadas o que se lanzaron al vacío en Nueva York el día 25 de Marzo de 1911 debido al incendio que sucedió en la fábrica de camisas donde trabajaban.

Hoy, mi cuerpo encerrado, no en una fábrica, sino en un estudio, también me recuerda que un decreto de un dictador en 1954 me dio el derecho al voto en Colombia y que mañana me toca ir a ejercer ese derecho cambiando un estado de encierro por un estado de confusión infinita que no se quitará por marcar un cartón con una X.

columonica@hotmail.com

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