miércoles, 26 de marzo de 2014

Turbulencia internacional

Marzo 23, 2014 - 12:49am - Fuente: ElNuevoSiglo.com.co

*La expansión rusa

*De los zares a Yeltsin

Como  hemos comentado varias veces la situación geopolítica de Rusia es excepcional y determina su política interna y exterior, sin importar el tipo de régimen imperante. En el tiempo de los zares, así como cuando fue el eje de la Unión Soviética, lo mismo que en la actualidad con un sistema que acepta las reglas de juego de la democracia y el capitalismo, la presión geopolítica lleva al país a la expansión defensiva frente a las presiones en sus fronteras. Como se sabe, Rusia está situada en lo que se conoce como área pivote entre Asia Central y Europa Oriental siendo rodeada por una franja en la que se encuentra una amplia zona terrestre y marítima, que la han protegido del predominio de fuerzas invasoras, sin necesidad de levantar una muralla gigantesca a semejanza de los chinos.

El extenso territorio de Rusia es casi que inconquistable, pese a las confrontaciones que ha tenido de siglos con sus vecinos y en la Primera y Segunda Guerras Mundiales con las tropas de Alemania, enfrentada esta última a varias y poderosas coaliciones internacionales en su contra. Stalin, el rudo jerarca comunista ruso, después del pacto con su archienemigo Hitler, en el cual se repartieron a Polonia, se sorprendió al verse envuelto en otra feroz y sangrienta guerra contra Alemania, que su diplomacia había creído conjurar por unos cuantos años  lo que le permitiría ganar  tiempo precioso para rearmarse. Stalin no se desanimó y aprovechó las ventajas geopolíticas para desarrollar una guerra defensiva frente a Alemania, mientras negociaba el apoyo bélico de los Aliados que lo escogieron como un mal menor frente a Hitler. Y Stalin terminó convirtiéndose en el gran ganador de la segunda Guerra Mundial que expandió su poderío con sus tanques de guerra e intrépidos soldados hasta Berlín. Roosevelt después de la Conferencia de Yalta en la que los Aliados se repartían a Europa, según cuenta el general De Gaulle, mareados por los continuos brindis que hacía Stalin, advertido el estadounidense por Churchill se dio cuenta tarde de que el astuto gobernante ruso les había ganado la partida. Aun así no quiso oír nada de las insinuaciones que le hizo el Primer Ministro inglés de seguir la guerra contra Rusia. Era evidente que al resistir la invasión de Alemania, no sería fácil dada su situación geopolítica abatir a Moscú.

Al caer el Muro de Berlín y Gorbachov,  aceptar la desintegración de la Unión Soviética, nadie apostaba por el futuro de Rusia y en medio de la inestabilidad política irrumpió el capitalismo salvaje, que hizo surgir varios multimillonarios que pasaron a controlar poderosas empresas estatales que se privatizaron. Hasta que el antiguo jefe de la KGB, el competente y recio político Vladimir Putin, toma las riendas del Gobierno con una concepción geopolítica del poder. Es así como aumenta el presupuesto militar y dispone intensificar la investigación en armamento  sofisticado, lo que le permite convertir al país en un poderoso exportador de armas. El creativo juego de ajedrez del gobernante ruso, ligado a la alta política, inicialmente, sorprende a Occidente. No vacila en acordar con Europa el suministro de gas que le deja jugosas ganancias y que mantiene, pese a los conflictos con la Unión Europea. La presencia de la Marina rusa se mantiene en el mundo y en particular en el Medio Oriente, lo mismo que en la ONU donde conserva en el Consejo de Seguridad su poder de veto con las grandes potencias. Yelsin se la juega para evitar la  intervención militar de los Estados Unidos en Irán, para lograr que prospere la negociación internacional y que el gobierno de ese país suspenda la carrera armamentista nuclear. En Siria se la juega Putin para defender el Gobierno de Bashar al-Asad, quien sobrevive la guerra civil que busca derrocarlo y donde Rusia conserva una de sus bases navales internacionales más importantes.

A Rusia no se le puede medir por su PIB, que es equivalente al de un país intermedio de la UE como Italia. Rusia, con 143 millones de habitantes, su riqueza en reservas minerales, su extensión, su población y la elite tecnológica, como la concentración del poder en un político que -así no nos guste- trabaja por fortalecer su país, le da una condición excepcional. Rusia se da el lujo de invertir el 4.4 del PIB en armamento y mantiene acuerdos políticos decisivos con China. Bloquear a Rusia por su acción en Ucrania robustece el régimen, y Europa podría sufrir el cierre de suministro de gas que sería fatal cuando apenas sale de la crisis económica.

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