martes, 25 de marzo de 2014

Una despedida

Por Eduardo Jorda - 22.03.2014 | 06:50

Mientras escribo esto, no sé si Adolfo Suárez ha muerto o no. Por desgracia, Suárez desapareció hace mucho tiempo de la vida política, y para mucha gente era una especie de espectro o de muerto en vida. Es muy posible que muchos ni siquiera supieran que estaba enfermo, y tal vez creían que se había retirado por propio voluntad o que ya no quería saber nada de este extraño país que tan mal le había tratado. Otros lo olvidaron a conciencia, por odio o por desprecio, porque para ellos „tanto a derecha como a izquierda„ Suárez simbolizaba los peores vicios de la política, ya que lo consideraban un traidor, un chaquetero, un arribista, un estafador y cosas aún peores. Cualquiera que quiere comprobarlo sólo tiene que ir a Google y teclear su nombre y al lado añadir unas cuantas fechas, 1977 ó 1980, da igual. Creo que hay pocos políticos en la historia de España que hayan recibido tantos insultos, y aquí quiero incluir a quien fue su gran amigo, el general Gutiérrez Mellado, que debería tener una calle dedicada a su recuerdo en cada ciudad y en cada pueblo de este país, aunque por supuesto no las tiene ni las va a tener, porque preferimos dedicarlas a buscadores de setas o tocadores de zambomba.

Repito que no sé aún si Adolfo Suárez ha muerto o no, pero lo cierto es que Suárez empezó a morir hace algo más de diez años, cuando un día estaba interviniendo en un acto público y de pronto empezó a perder el hilo de lo que decía y se fue enredando con las palabras, hasta el punto de que la gente que le escuchaba tuvo que mirar hacia el techo para que no se le notara la cara de circunstancias. Fueron los primeros síntomas del Alzheimer que ha padecido en estos últimos años, esa enfermedad que le había hecho olvidar quién era y todo lo que había hecho en los difíciles „dificilísimos„ años de su gobierno, entre 1976 y 1981, en el periodo histórico más complicado que ha vivido nuestro país en más de medio siglo (lo de ahora, comparado con aquello, es como la tomatina de Buñol al lado del desembarco en Normandía). Los que le trataban decían que Suárez ni siquiera se reconocía cuando aparecía una imagen suya en la televisión, y es difícil imaginar un hecho más triste para un político que logró hacer en poquísimos años lo que nadie se imaginaba que haría.

Cuando llegó al poder, nadie daba un duro por Suárez. Y cuando se fue, mucho menos. Pero se mire como se mire, la Transición „que fue su gran obra„ ha sido el único periodo histórico en al menos quinientos años del que todos podemos sentirnos orgullosos. Y aun así, Suárez se retiró en 1981, casi a escondidas y pidiendo perdón, olvidado por casi todo el mundo y despreciado por muchos que no tenían ni una décima parte de su coraje ni de su talento. Después, Suárez intentó lanzar un partido de centro reformista „el CDS„, pero el centrismo y la moderación nunca han seducido a este país goyesco de los dos gañanes que se pegan garrotazos. Y luego Adolfo Suárez se ha ido extinguiendo en un lento eclipse mental, sin acordarse de nada ni reconocer siquiera a los pocos amigos fieles que le quedaban. Y me pregunto si no será una maldición digna de un país con la memoria enferma „y para ello basta pensar en el 11M o en las manipulaciones interesadas de la Memoria Histórica„ que también haya tenido que morir con la memoria enferma uno de nuestros pocos políticos que se había ganado el derecho a ser recordado y admirado durante muchos años.

Estos días es probable que sólo oigamos comentarios favorables sobre Suárez, pero la triste verdad es que en el momento en que más falta le hacían tuvo que conformarse con muy pocos. Y conviene recordar que cuando Suárez gobernaba no existía el paraguas de la Unión Europea ni había fondos europeos ni nada de nada. Pero lo curioso es que ahora mucha gente considera que la Transición fue una "construcción mitológica", es decir, algo así como una falsificación promovida por el stablishment. Los blogs de la extrema izquierda y de la extrema derecha „los gañanes que siguen combatiendo a garrotazos„ están llenos de estas ideas. El otro día, un egregio profesor de Economía „y no en Corea del Norte, sino en Estados Unidos„ decía que la Transición fue "inmodélica", justo lo contrario de lo que se nos ha hecho creer. Y sí, ya sabemos que la Transición tuvo aspectos mejorables. Pero me pregunto qué habría sido de nosotros si en vez de gobernar Suárez nos hubieran gobernado esos intelectuales que siempre le perdonaron la vida.

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