lunes, 24 de marzo de 2014

Occidente y Rusia post-Crimea: la recomposición geopolítica


Por Mauricio Meschoulan / 22-marzo-2014

Crimea parece ser un territorio que Ucrania y Occidente han ya concedido de facto a Rusia, aunque no lo anuncien así. Pero el conflicto está lejos de terminar. La OTAN acaba de publicar un memorándum en donde recomienda un cambio en la lógica de acción hacia Moscú: de "asociación de trabajo", se pasaría ahora a "defensa y disuasión". Ello incluye una serie de pasos para proyectar y sostener con toda firmeza la esfera de influencia de esta alianza, y enviar a Rusia un mensaje con claridad acerca de la disposición de la OTAN (una alianza que data de los tiempos de la Guerra Fría y que fue el símbolo de Occidente en su lucha contra la URSS y su Pacto de Varsovia), para proteger a todos y cada uno de los países que la componen. ¿Qué significa eso? ¿Es el reinicio de la Guerra Fría o se trata de algo diferente? ¿Cómo es que el caso de Crimea podría estar incidiendo en un rediseño de la geopolítica y la estrategia a nivel global? Revisemos algunos de estos temas en el blog de hoy.

La "nueva" guerra fría

Empecemos por decir que en todo caso, esta "nueva" guerra fría no es tan nueva. Si usted revisa este blog, podrá ver que al menos acá, el tema no tiene nada de nuevo. De hecho, en este espacio hemos hablado de una nueva guerra fría, pero multipolar.

Una guerra fría se caracteriza entre otras cosas por actores estableciendo líneas de contención, esferas de influencia, y oponiéndose -sin enfrentarse de manera directa- para detener los avances del enemigo. Bajo estas circunstancias, las carreras armamentistas se desatan sin remedio. Los adversarios marcan su territorio, muestran su músculo, se exhiben, pero sus ejércitos no chocan de frente. Solo se dan golpes bajos, se azuzan, se pellizcan. Mientras las líneas de equilibrio que se trazan no son violadas, se puede hablar de un marco de relativa estabilidad. Sin embargo, cuando uno de los actores busca irrumpir en la esfera de influencia del otro, la inestabilidad resulta, no de una colisión directa entre las superpotencias, sino a través de guerras entre aliados, o a través de diversas estrategias políticas, diplomáticas y económicas que buscan afectar los intereses de la potencia agresora. Entre otras cosas, las potencias se espían (y hoy podríamos agregar, se hackean, se atacan y combaten a nivel cibernético).

Putin lo planteó con claridad ya desde hace varios años. En su visión, cada acción de Washington a nivel global estaba destinada a romper con las líneas de equilibrio de la posguerra fría. Podríamos pensar entonces en los pasos del Kremlin en diversas situaciones como la guerra civil en Siria, o como la reactivación de su proyecto antimisiles de alta tecnología, o incluso el hecho de haber concedido asilo político a Snowden para que éste pudiese operar con libertad desde Moscú, como pasos dados con el objeto de proyectar suficiente fuerza capaz de detener a Washington en lo que es percibido por Putin como sus aspiraciones contra Moscú.

Ucrania y Crimea

El caso de Ucrania, entonces, se viene a sumar a esa serie de eventos previos, solo que en esta ocasión, no se trataba de un espacio ubicado en la periferia, sino en lo que Rusia percibe como su propia casa. Con las acciones que Moscú ha tomado desde que el presidente Yanukovich fue derrocado, Putin y la élite política en Rusia pretenden demostrar que cuando se trata de reafirmar su zona geopolítica de seguridad, se encuentran dispuestos a pagar el costo de cualquier sanción económica o diplomática, incluso al precio de romper con el orden de la posguerra fría con todas las consecuencias que ello pudiese tener.

De la cooperación a la contención y la disuasión

A pesar de momentos verdaderamente ríspidos en las relaciones entre Washington y Moscú, a lo largo de los últimos años ambas potencias cooperaban en una serie de temas de enorme relevancia, acá unos ejemplos (NYT, 2014):

a. Exploración espacial. Entre otras cosas, el acceso de EU a la estación internacional espacial (ISS), depende de su colaboración con Rusia.


b. El ejército estadounidense emplea el espacio aéreo ruso para enviar o retirar tropas de distintos sitios de Asia como Afganistán.


c. Hay colaboración, no total pero sí importante, entre las agencias de inteligencia rusas y las estadounidenses en materia de terrorismo. Incluso recientemente, tras los atentados en Boston de un lado y en el Cáucaso Norte del otro, esta colaboración se había venido estrechando.


d. Estados Unidos necesita de Moscú para llevar a buen puerto las negociaciones con Irán al respecto de su proyecto nuclear. O bien en el caso sirio, una potencial solución a la guerra civil en aquél país es impensable sin la colaboración estrecha del Kremlin.


Los eventos de las últimas semanas

Los últimos eventos en Ucrania, y muy concretamente el referéndum, y anexión en proceso de la península de Crimea -formalmente territorio de Ucrania, un estado miembro de Naciones Unidas- por parte de Rusia exhiben, como dijimos, la disposición de Moscú a privilegiar la consolidación de su zona de seguridad, por encima de los esquemas de cooperación de la posguerra fría.

Esto por supuesto puede tener muchas explicaciones que van desde los intereses económicos y comerciales, hasta cuestiones geopolíticas profundas. Pero al final del camino, lo importante es que hay una decisión que ha sido tomada y esta es la de pagar el costo del distanciamiento entre Rusia y Occidente con tal de mostrar firmeza y determinación en lo que había sido percibido como una afrenta directa a la seguridad nacional de Moscú. Esto último es lo que hace que en Rusia se produzca un consenso que hacía tiempo no se veía en aquél país. La popularidad de Putin se encuentra en aumento e incluso líderes políticos de otra era como el propio Gorbachov apoyan las medidas que han sido tomadas. El impacto geopolítico, por tanto no puede ser nulo.

Los pasos de la OTAN

Dejemos de lado por un momento las sanciones económicas y diplomáticas, temas que han sido ya previstos y descontados por el Kremlin con toda seguridad. Ante las acciones rusas en Crimea, la OTAN ha sido puesta en alerta. Muy al estilo de guerra fría, no se trata de una alerta para combatir, sino para contener y disuadir.

Estas medidas, según la OTAN (2014), incluirán pasos como: (a) Emitir declaraciones firmes que exhiban la disposición de la Alianza Atlántica a apoyar y proteger a todos sus estados miembros, (b) Estas declaraciones, dice la OTAN, deberían ser respaldadas con ejercicios y despliegues militares en todos y cada uno de los estados miembros, así como en zonas colindantes con Ucrania y Rusia, (c) Intentar contener a Rusia por todos los medios posibles para evitar que Moscú decida expandir su ofensiva hacia otros territorios pertenecientes a Ucrania, como pudiera ocurrir en el este del país, sitios en donde habita una mayoría de población étnica y lingüística rusa, (d) Venta de equipo y entrenamiento al ejército ucraniano, así como el despliegue de consejeros militares de la OTAN a este país.

Como vemos, no se trata únicamente de ofrecer a Moscú una respuesta que pretende ser igual de firme que los pasos tomados por el Kremlin; se trata de acciones que podrían tender a propiciar una espiral ascendente de conflicto que no veíamos en décadas.

Las diferencias

Sin embargo, en caso de seguir escalando, esta será una guerra fría muy distinta a las del pasado, por varios motivos de los que yo solo señalo tres:

1. Las restricciones presupuestarias de Washington, tema muy abordado en este blog. EU se encuentra en fase de repliegue relativo, no de expansión. Además de sus retiros militares de Irak y Afganistán, recorte de bases y embajadas, el Pentágono sigue reduciendo su presupuesto militar (tema del que el secretario de defensa Hagel, se queja ante el Congreso ya desde agosto del 2013). Washington está planteando reducir su ejército a tamaños de la Segunda Guerra Mundial. Este factor restringe enormemente el margen de maniobra de la Casa Blanca. No estamos en los años cincuenta ni sesenta. Hoy, una decisión de re-incrementar el gasto del Pentágono, deberá ser financiada con el crecimiento de la ya gigantesca deuda estadounidense de más del 100% de su PIB, lo que no podría sostenerse en el largo plazo y lo que en mi opinión, podría terminar por limitar las acciones de Washington en el ámbito militar. Ya muchos en ese país hablan de la necesidad de ofrecer a Moscú una respuesta fuerte. Solo que también se deberá responder exactamente con qué dinero se van a financiar esos esfuerzos.


2. La guerra fría en esta ocasión no es solo entre dos polos. Entre otros frentes, Washington también combate con Beijing de manera firme y constante, pero no abierta. Este tema incluye una ciberguerra de monumentales proporciones, incluye una carrera armamentista ya desatada en la región de Asia Pacífico, incluye la expansión geopolítica pretendida por China y temida por sus enemigos regionales, y los intentos de Washington por contenerla.


3. Los escenarios de conflicto (tanto en Europa como en Asia) deben ser analizados bajo una óptica muy distinta. Hoy los enemigos geopolíticos no son solo enemigos. También son socios, clientes, proveedores, mercados, acreedores y/o deudores. Sucede notablemente entre China y EU, y entre Europa y Rusia. De modo que el distanciamiento político no siempre termina conviniendo a los intereses económicos de actores no estatales, los cuales muchas veces tienen recursos, peso e influencia y que pueden en ocasiones terminar incidiendo en la toma de decisiones.


Hasta acá el análisis de hoy. Pero seguimos incorporando elementos a la discusión. Regálenos su opinión al respecto.

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