Rosa Montero: “Los escritores sirven para escribir no para opinar sobre todo”

Por Gabriela Wiener – La República – Domingo23 de marzo de 2014

Rosa Montero. Escritora y periodista. Desde 1976 trabaja de manera exclusiva para el diario El País, donde fue jefa de su suplemento dominical. Entre sus novelas destacan Te trataré como a una reina (1983), El corazón del Tártaro (2001) y La Loca de la casa (2003).

Mientras en el Perú ocurren marchas por el “derecho a la vida”, hace poco la periodista y escritora Rosa Montero participó en una cruzada para conseguir firmas de mujeres de la cultura española contra el retroceso que se está planteando en su país sobre el tema del aborto. ¿Cómo se logró en España una ley progresista como la que ahora  intenta revertir un gobierno de derecha? “Empujando, empujando y empujando —dice Montero— En los setenta recogíamos firmas de mujeres diciendo 'yo también he abortado', en un momento en que era delito y te llevaban presa”. Por eso, dice Rosa que está en Lima en el marco del Encuentro Literario Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa sobre narrativa contemporánea en español. “Tengo la esperanza en que no volveremos al pasado”.

¿Sientes que las circunstancias actuales, en España o en el Perú, demandan una participación más activa de los escritores en acciones de interés social?

No solo de los escritores. No hay que mitificar a los escritores. Los escritores sirven para escribir —cuando sirven— no para ir opinando sobre todo, tampoco. La figura del “escritor de guardia” —como dice Julio Llamazares— me parece ridícula. No es una cuestión de compromiso de los escritores, es una cuestión de compromiso de la sociedad.

Hace poco tú y Carme Riera sostuvieron una conversación en el Instituto Cervantes en la que, entre otros temas se anunciaba el de "el papel de la mujer en la literatura". ¿No te parece que ese es un tema superado como para seguir hablando de él?

Sí, yo creo que seguir hablando de mujeres y literatura es sexismo, nos relega a un lugar secundario. Tus novelas son todo lo que eres como escritor. Y ser hombre o ser mujer es un dato más como cualquier otro. Eso no quiere decir que no exista el sexismo —no estamos representadas con justicia en antologías, en suplementos, en los premios—, pero hacer “mesas de mujeres” y ese tipo de cosas, forma parte del mismo.

¿Por eso tú prefieres  "antisexista" que “feminista”?

Yo reivindico la palabra feminismo al cien por cien, porque es una palabra preciosa, histórica, que ha cambiado el mundo, y que lleva consigo el sacrificio de muchas mujeres y de muchos hombres también. Es solo que el término antisexista me parece mas preciso. En todo caso, aunque la palabra “feminista” puede llevar a equívoco a algunos, ya que parece el equivalente a “machista” y no lo es, hay que tener claro que el 90 por ciento de las corrientes feministas no buscan reemplazar el poder masculino por el femenino, sino la deconstrucción del sexismo.

El otro día escribiste en El País sobre todo lo que nos cuesta decir. Increíble que aún hayan temas como la sequedad vaginal en la menopausia —aún no salgo de la impresión— o “todo lo que tiene que ver con el sexo, la zona genital o lo anal”, que nos siga costando hablar incluso entre mujeres.

Sí, pero, ¿sabes qué? creo que les pasa más a los hombres. Los hombres tienen una disociación con el cuerpo que nosotras no tenemos. Es brutal, pobrecitos.

Aquí en Lima participarás en una mesa junto a Leila Guerriero y Pilar Bonet sobre narrativas autobiográficas. Tú, a pesar de hacer ficción sobre todo, haz hecho libros como La Loca de la casa o este último La ridícula idea de no volver a verte, que tienen bastante de autobiografía....

Pero no son muy autobiográficos en realidad. No practico la autobiografía, hago autoficción.

La escritura no sólo es íntima cuando hablamos de nosotros mismos…

No, en absoluto. Lo es más cuando no hablamos de nosotros mismos. El personaje mío que siento más cercano es la androide replicante de mi novela Lágrimas en la lluvia que vive en Madrid de 2109.

Has escrito también libros como Estampas bostonianas y otros viajes. Sigues fascinada con "enfrentarte a esa fugacidad"? ¿Por dónde has estado últimamente?

La semana pasada en Tokio y ahora en Lima, es la vuelta al mundo. Demasiado, quiero parar más bien.

¿Para qué usas más el Twitter, para colgar una columna o para difundir causas sociales?

Para poco, soy mucho más fan del Facebook, que es donde tengo más actividad. Digamos que el twitter lo uso para apoyar alguna causa social que empiezo en Facebook.

Escribes para el diario El País desde 1976 ¿cómo te mantienes más de treinta años en un mismo medio sin acusar recibo de sus cambios de rumbo? ¿Existe la independencia absoluta de un escritor o columnista y el medio para el que escribe?

No existe la independencia de nadie ni de nada. Ha habido épocas en las que me he sentido sola ideológicamente, cuando lo que yo escribía iba en contra de los editoriales del diario, pero el periódico ha tenido la grandeza de no forzarme a no escribir. En todo caso a veces me he sentido más cerca de la línea editorial de El País y otras no tanto.

¿Sientes que te desestabiliza el cambio del papel a lo digital?

No, pero es cierto que vivimos momentos críticos, con la piratería y todo eso, pero creo que llegaremos a acuerdos, que dentro de diez años se habrá llegado a unos acuerdos satisfactorios para todas las partes, en la música, en la literatura, porque la sociedad lo necesita. Lo que pasa es que ahora estamos atravesando el desierto, y en esa travesía todavía queda mucha carnicería.

¿No te sientes amenazada?

No, uno se busca la vida como todo el mundo, el año pasado hice un programa de televisión con una productora argentina precisamente porque, aunque no me falta trabajo, creo que siempre hay que buscar nuevas vías.

¿Crees que el Premio Vargas Llosa de Novela se pueda posicionar como el Booker en español como, dicen, es la intención de los organizadores?

No lo sé, pero creo que sería estupendo que ocurriera. La ideal de la bienal y del premio me parecen geniales y un mega atrevimiento cultural en estos tiempos de crisis.