jueves, 13 de marzo de 2014

¡Silencio, se baila!

Día 13/03/201


 - CÓRDOBA / EL PULSO DEL PLANETA
La última planta del rascacielos The Shard, en Londres, se transforma en una exclusiva discoteca en la que la música solo suena a través de auriculares a 300 metros sobre el suelo, en la última planta del rascacielos más alto de la Unión Europea, decenas de jóvenes bailan de forma convulsiva, como si no hubiera mañana. Sus cuerpos estremecidos se mueven al ritmo del silencio. Un remanso de tranquilidad, interrumpido ocasionalmente por gritos entrecortados, parece haberse apoderado de ellos. Tras los ventanales se divisa un Londres que parece de juguete, con su London Eye y su catedral de Saint Paul reducidos a sofisticadas piezas de maqueta.
La escena a simple vista resulta un tanto grotesca e ilógica, pero todo cobra sentido cuando uno se pone unos cascos inalámbricos y descubre de qué se trata. Bienvenidos a la nueva discoteca silenciosa del rascacielos que ha conquistado el sky londinense, el Shard.
Desde fuera, nada hace presagiar lo que esconde esa imponente y arrogante pirámide de cristal y acero, inaugurada en julio de 2012. Dos ascensores, donde uno queda embriagado por el olor a perfume recién puesto, escalan a la velocidad del rayo los entresijos del rascacielos hasta llegar al piso 68. Allí hacen entrega de unos cascos inalámbricos, con tres canales: uno dedicado al house, otro a los grandes éxitos de los 80 y otro al soul, conectados a las diferentes mesas de los DJ’s. La sensación de aislamiento es total. Un cántico a la marcada tendencia del individualismo, de una generación con un smartphone implantado en su mano. Allí nadie habla con nadie. Hasta los encargados de seguridad van con sus auriculares luminosos. Todos deambulan como zombis, cada uno inmerso en su burbuja personal, sin ningún tipo de interés en interactuar con el resto. El único lugar que logra diluir esa abstracción imperante en la sala es el bar. Flautines de champán a diez euros. Aunque el precio de la entrada resulta igual de alto que el edificio, 42 euros, no incluye consumición.
El único elemento integrador de la noche estriba en que los audífonos cambian de color según el canal que escojas, lo que al menos permite entender a la persona que baila junto a ti a qué se debe esa explosión de furor cuando suena el último tema de David Guetta o ese movimiento de caderas cuando aparece el «Single Ladies» de Beyoncé. Conviene retirarse los audífonos por un momento y presenciar la escena desde fuera como espectador, sin un decibelio de música.

Baños abiertos a la ciudad

Lejos de esos clubes, afincados en plantas bajas sin ventilación y en muchos casos convertidos en auténticos antros, en el Shard, con sus 310 metros de altura y 72 pisos, la sensación de amplitud y libertad resulta vertiginosa. Aprovechándose de los enormes progresos en la tecnología del vidrio, su creador, Renzo Piano, se sirvió de dobles y triples capas con bajo contenido en hierro (también llamado vidrio blanco extra) para levantar una torre de cristalina transparencia. Incluso los baños de la planta 68 están abiertos a la ciudad a través de enormes ventanales, lo que puede llegar a resultar un tanto intimidatorio.
Este plan, no apto para los que sufran de vértigo, permite escalar aún un poco más hasta la planta 72 y bailar en la «ciudad vertical», con unas vistas similares a las que ofrece un avión a punto de aterrizar en Gatwick por la noche.
Pasadas las 11 de la noche, los audífonos enmudecen y, en cuestión de segundos, toda esa euforia se desvanece. La bajada en ascensor hacia la calle les prepara para volver a poner los pies en la tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

CARACTERÍSTICAS DEL POPULISTA

En este vídeo podrás identificar al político populista con ejemplos de la vida real en la realidad peruana que por desgracia no ha tocado vi...